domingo, 7 de julio de 2013

Galicia bajo el prisma de dos viajeros polacos

Santuario de Nosa Señora da Barca, Muxía. Fotografía de Asier Ríos.
Boiro, mi municipio natal, vive estos días sus fiestas grandes. Desde hace años, colaboro en su revista Folía; este año, con este artículo:

Resulta curioso constatar la fotografía que de Galicia realizan ilustres viajeros extranjeros cientos de años atrás: su cuidada observación, las finas descripciones, la comparación de costumbres, el bosquejo de los acontecimientos político-sociales del momento... Suelen ser fotografías escritas con sencillez, con criterio, a veces ingenuas y parcas en detalles, directas, que reflejan sus percepciones, su verdad.

Nicolás de Popielovo nació en Wrocław hacia mediados del siglo XV. Hijo de una familia polaca noble y rica, era curioso por naturaleza, culto, inteligente y aventurero, y, quedándosele pequeña su Breslau natal y aun Polonia, recorrió Europa primero (Inglaterra, Portugal, España, Francia y Alemania) y, después, Oriente, donde le aguardaba la negra sombra en Alejandría.
A propósito de nuestra tierra, escribe: Llegamos a Sant Iago la víspera de Santa María Magdalena [julio de 1484], en la ciudad de Compostela, a mil millas [contadas desde las costas de Inglaterra]. Esta ciudad se halla en Galicia.
Activo, al día siguiente se dirige a caballo a Muxía, y así relata lo que ve: ... donde he visto un barco destrozado, hecho de pura piedra, con un mástil y una vela colgada, ambos de piedra. El mástil tendrá la altura de tres hombres, y su volumen tres hombres apenas podrían abrazarlo. Sin embargo, yo y otros pudimos mover esta piedra con una mano, y esto parece un gran milagro.
De aquí, viaja a Finis Terrae (más adelante ya no hay tierra, escribe) y consigna que en su iglesia se venera un brazo de San Guillermo.
Vuelve a Compostela, de cuya catedral relata las reliquias que le muestran, de extrema veneración en aquellos tiempos (Gelmírez había perpetrado el pío latrocinio unos siglos atrás en Braga). Se desplaza luego a Padrón, El Padron, donde he visto la silla en que se había sentado Santiago, y otra también sobre una alta montaña donde predicó y donde se edificó una pequeña iglesia. Abajo nace un manantial que Santiago hizo brotar con su bastón.
Viaja seguidamente a Muros, donde encontré un barco refugiado de una gran tempestad, cuyos vientos le iban muy contrarios.
Vuelve a Padrón y continúa hacia Pontevedra, Redondela y Tuy, todas situadas en Galicia, y bajo el dominio del Rey de España, para seguir por Portugal y volver a España en su relato a través de Lepe.

Erich Lassotta de Steblovo perteneció a una antigua y noble familia polaca y pasó cuatro años en el entorno de la península luchando al lado de las tropas de Felipe II, aspirante al trono portugués, contra Portugal; con motivo de esa estancia escribe un curioso diario.
Desde su barco, entra a Galicia por Tuy a principios de 1581. Continúa hasta Pontevedra y alcanza Caldas de Rey (No lejos de aquí se encuentran admirables y sanos baños calientes, anota), sigue por Padrón, que describe con detalle, y llega a Santiago. Igualmente relata con minuciosidad la catedral: tiene dos bóvedas o iglesias, una encima de otra, y arriba, en el interior, una galería, por la cual se puede dar la vuelta a toda la iglesia. A propósito del altar mayor, escribe que En este altar no pueden celebrar sus misas sacerdotes u obispos, sino los cardenales solos, y por esta razón el cabildo siempre se compone de siete cardenales y de un arzobispo, como ya recoge siglos atrás el Calixtino. Igualmente, presta especial atención a las reliquias del templo, que se guardan en la sacristía, en un hermoso y grande armario, enseñándolas cada día a dos peregrinos; relaciona unas cuantas y añade: y otras muchas reliquias que es imposible enumerar. Narra después que los peregrinos se confiesan y comulgan y luego entregan a cada uno una carta o pasaporte impreso en pergamino, con insignias atadas del cardenal superior, por la cual se pagan dos reales; añaden también una pequeña papeleta de confesión, por la cual se paga un cuarto. De igual modo, ubica en la basílica una torre con dos campanas partidas, porque, se dice, al tocarlas se asustaban muchas mujeres embarazadas por el sonido inaudito, y hacían mal parto o abortaban.
A propósito del hospital real, hoy suntuoso Hostal de los Reyes Católicos, escribe: Cerca de la iglesia hay un magnífico hospital, en que los peregrinos, pagando o sin pagar, están cuidados según su clase y calidad.
Tras su visita turística a Compostela, se embarca y guerrea, lo que cuenta con minuciosidad. A primeros de octubre, después de haber luchado casi todo el tiempo con vientos adversos, empezando también a faltarnos las provisiones, y especialmente pan y agua, apercibimos con gran júbilo y alegría el cabo Finis Terræ (o Nerium promontorium) en Galicia por la mañana, y por la tarde cerca Munxia entramos en el puerto, y describe Muxía y Fisterra.