Querido Tolico:
Hace unas semanas deleité largamente mi espíritu con la exposición retrospectiva El oficio de mirar, de César Lucas, que exhibe el Museo de Arte Contemporáneo, sito en la madrileña calle del Conde Duque.
El pasado viernes volví a la universidad, a la Rey Juan Carlos. La institución inauguraba la I Semana de la Fotografía y la figura invitada, ¿adivinas quién era? Pues, efectivamente, el fotógrafo César Lucas. Presentó al artista Araceli Rodríguez, profesora y responsable de la actividad, y el maestro tomó la palabra. Nos mostró una selección de su obra, básicamente, las imágenes expuestas en Conde Duque. Luego, habló con amenidad en medio de un silencio y de una atención totales. ¿Imaginas, Tolico, las vivencias de un testigo privilegiado de medio siglo de nuestra Historia reciente? ¡Y la sencillez del genio! En varios momentos de la intervención se refirió a su «oficio», a la importancia de la «honradez», del tesón… Especialmente sabroso resultó el coloquio. En síntesis, un goce, una iniciativa admirable a la que la Universidad debe prestar continuidad.
¡Ah! En su recorrido por la exposición de esta Semana, cuando el artista llegó a la imagen de Asier que encabeza esta entrada, exclamó «¡Cojonuda!», y otros elogios que, por pudor, evito reproducir. ¡Gracias, maestro! ¡Enhorabuena, Asier!
Hace unas semanas deleité largamente mi espíritu con la exposición retrospectiva El oficio de mirar, de César Lucas, que exhibe el Museo de Arte Contemporáneo, sito en la madrileña calle del Conde Duque.
El pasado viernes volví a la universidad, a la Rey Juan Carlos. La institución inauguraba la I Semana de la Fotografía y la figura invitada, ¿adivinas quién era? Pues, efectivamente, el fotógrafo César Lucas. Presentó al artista Araceli Rodríguez, profesora y responsable de la actividad, y el maestro tomó la palabra. Nos mostró una selección de su obra, básicamente, las imágenes expuestas en Conde Duque. Luego, habló con amenidad en medio de un silencio y de una atención totales. ¿Imaginas, Tolico, las vivencias de un testigo privilegiado de medio siglo de nuestra Historia reciente? ¡Y la sencillez del genio! En varios momentos de la intervención se refirió a su «oficio», a la importancia de la «honradez», del tesón… Especialmente sabroso resultó el coloquio. En síntesis, un goce, una iniciativa admirable a la que la Universidad debe prestar continuidad.
¡Ah! En su recorrido por la exposición de esta Semana, cuando el artista llegó a la imagen de Asier que encabeza esta entrada, exclamó «¡Cojonuda!», y otros elogios que, por pudor, evito reproducir. ¡Gracias, maestro! ¡Enhorabuena, Asier!
1 comentario:
menudo tipejo...si tu supieras
alardea de defender los derechos de los fotógrafos y es un tipo corrupto, rencoroso y nepotista.
tiene colocados a sus dos hijos y yo creo que todavia le da tiempo de colocar a sus nietos..ni en los mejores tiempos del franquismo.
repugnante
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