Santuario
de Nosa Señora da Barca, Muxía. Fotografía de Asier Ríos.
Boiro, mi municipio natal, vive estos días sus fiestas grandes. Desde hace años, colaboro en su revista Folía; este año, con este artículo:
Resulta
curioso constatar la fotografía que de Galicia realizan ilustres viajeros
extranjeros cientos de años atrás: su cuidada observación, las finas
descripciones, la comparación de costumbres, el bosquejo de los acontecimientos
político-sociales del momento... Suelen ser fotografías escritas con sencillez,
con criterio, a veces ingenuas y parcas en detalles, directas, que reflejan sus
percepciones, su verdad.
Nicolás de
Popielovo nació
en Wrocław hacia mediados del siglo XV.
Hijo de una familia polaca noble y rica, era curioso por naturaleza, culto,
inteligente y aventurero, y, quedándosele pequeña su Breslau natal y aun
Polonia, recorrió Europa primero (Inglaterra, Portugal, España, Francia y
Alemania) y, después, Oriente, donde le aguardaba la negra sombra en
Alejandría.
A
propósito de nuestra tierra, escribe: Llegamos
a Sant Iago la víspera de Santa María Magdalena [julio de 1484], en la ciudad de Compostela, a mil millas [contadas
desde las costas de Inglaterra]. Esta
ciudad se halla en Galicia.
Activo,
al día siguiente se dirige a caballo a Muxía, y así relata lo que ve: ... donde he visto un barco destrozado,
hecho de pura piedra, con un mástil y una vela colgada, ambos de piedra. El
mástil tendrá la altura de tres hombres, y su volumen tres hombres apenas
podrían abrazarlo. Sin embargo, yo y otros pudimos mover esta piedra con una
mano, y esto parece un gran milagro.
De
aquí, viaja a Finis Terrae (más adelante ya no hay tierra, escribe)
y consigna que en su iglesia se venera un
brazo de San Guillermo.
Vuelve
a Compostela, de cuya catedral relata las reliquias que le muestran, de extrema
veneración en aquellos tiempos (Gelmírez había perpetrado el pío latrocinio
unos siglos atrás en Braga). Se desplaza luego a Padrón, El Padron, donde he visto la silla en que se había sentado Santiago, y
otra también sobre una alta montaña donde predicó y donde se edificó una
pequeña iglesia. Abajo nace un manantial que Santiago hizo brotar con su bastón.
Viaja
seguidamente a Muros, donde encontré un
barco refugiado de una gran tempestad, cuyos vientos le iban muy contrarios.
Vuelve
a Padrón y continúa hacia Pontevedra, Redondela y Tuy, todas situadas en Galicia, y bajo el dominio del Rey de España,
para seguir por Portugal y volver a España en su relato a través de Lepe.
Erich Lassotta de
Steblovo
perteneció a una antigua y noble familia polaca y pasó cuatro años en el
entorno de la península luchando al lado de las tropas de Felipe II, aspirante
al trono portugués, contra Portugal; con motivo de esa estancia escribe un
curioso diario.
Desde
su barco, entra a Galicia por Tuy a principios de 1581. Continúa hasta Pontevedra
y alcanza Caldas de Rey (No lejos de aquí se encuentran admirables y
sanos baños calientes, anota), sigue por Padrón, que describe con detalle,
y llega a Santiago. Igualmente relata con minuciosidad la catedral: tiene dos bóvedas o iglesias, una encima de
otra, y arriba, en el interior, una galería, por la cual se puede dar la vuelta
a toda la iglesia. A propósito del altar mayor, escribe que En este altar no pueden celebrar sus misas
sacerdotes u obispos, sino los cardenales solos, y por esta razón el cabildo
siempre se compone de siete cardenales y de un arzobispo, como ya recoge
siglos atrás el Calixtino. Igualmente, presta especial atención a las reliquias
del templo, que se guardan en la
sacristía, en un hermoso y grande armario, enseñándolas cada día a dos
peregrinos; relaciona unas cuantas y añade: y otras muchas reliquias que es imposible enumerar. Narra después
que los peregrinos se confiesan y comulgan y luego entregan a cada uno una carta o pasaporte impreso en pergamino,
con insignias atadas del cardenal superior, por la cual se pagan dos reales;
añaden también una pequeña papeleta de confesión, por la cual se paga un cuarto.
De igual modo, ubica en la basílica una torre con dos campanas partidas, porque, se dice, al tocarlas se
asustaban muchas mujeres embarazadas por el sonido inaudito, y hacían mal parto
o abortaban.
A
propósito del hospital real, hoy suntuoso Hostal de los Reyes Católicos,
escribe: Cerca de la iglesia hay un
magnífico hospital, en que los peregrinos, pagando o sin pagar, están cuidados
según su clase y calidad.
Tras
su visita turística a Compostela, se embarca y guerrea, lo que cuenta con
minuciosidad. A primeros de octubre, después
de haber luchado casi todo el tiempo con vientos adversos, empezando también a
faltarnos las provisiones, y especialmente pan y agua, apercibimos con gran
júbilo y alegría el cabo Finis Terræ
(o Nerium promontorium) en Galicia por la mañana, y por la tarde cerca Munxia
entramos en el puerto, y describe Muxía y Fisterra.
2 comentarios:
Hola, buen día, mi primer comentario, para Bartolo.
Respecto a lo que comentas acertadamente sobre el antiguo hostital, hoy Hostal, de los Reyes Católicos, ha cambiado el uso, pero no la esencia de su primera esencia: muchos años después, como bien dices, y sigue pasando, pagando o sin pagar, los enfermos están cuidados según su clase y calidad.
Saludos
Mi segundo comentario, para Manuel Ríos.
De los lugares que habla la entrada, me centro en Tuy, poco conocido a veces por los gallegos.
Cuenta mi madre, que mi bisabuela materna, la madre de mi abuelo Pepe, marino como yo, sólo salió una vez de las cercanías de Riveira, fus justamente a Tuy, donde se encontraba una importante prisión. Por desgracia y equivocación, apresaron el barco y con él a mi abuelo, y tuvo que ser Lela, su madre y mi bisabuela, la que se acercó a Tuy a resolver el entuerto.
Años más tarde, aunque no por una equivocación, por una razón agradable esta vez, fui a Tuy yo, no de pasada como en alguna vuelta ciclista, sino a verla, conocerla, con alguien del lugar.
Y termino:
Ir a ver Tuy, cruzar el Miño, pasear, beber el vino de sus tierras... no debería perdérselo nadie, mucho menos si eres gallego.
Ojalá pueda volver pronto.
Un abrazo
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