De la web de El Mundo.
Mi querido Tolico:
Una vez más, vivimos tiempos sombríos, tristes, grises, cargados de nubarrones…, tiempos en los que los recién nacidos no traen un pan bajo el brazo, sino que deben asumir una deuda de millones de euros de la que nada saben. E igual que los recién nacidos, los demás ciudadanos, y en este caso y sin que sirva de precedente, sin distinción de sexo, credo o raza. Y esta situación viene dándose periódicamente, cíclicamente, desde que conservo memoria crítica; digamos que, al menos, desde hace treinta años. Un cuarto de siglo atrás el sistema cambió el modo de cálculo de las pensiones y puso en vigor los contratos basura como dos de las soluciones estrella para salvaguardar el sistema y salir del hoyo de aquel momento, lo que unido a otras medidas supuso un ataque frontal a los derechos que el trabajador había conquistado, en muchas ocasiones con grave riesgo de su vida. ¡Salvaguardar el sistema! ¡Siempre jugando con las palabras, Tolico! En paralelo, recuerdo la dimisión como diputado de don Nicolás Redondo que, con gesto tal quiso evitar el bochorno de votar en contra de los derechos del trabajador por disciplina de partido (lástima que, luego, se viera salpicado por el escándalo de
Y continúo con la reflexión, colega. Viene a mi memoria el caso de una persona que medio siglo atrás, analfabeta y carente de todo conocimiento en torno a una lengua extranjera y con dificultades para utilizar el español, dejó la aldea y, con unas pesetas que alguien debió facilitarle, se desplazó a un puerto europeo. No tenía intención de hacerse emigrante en el sentido convencional del término, sino de embarcar como marinero en un buque en el que, al cambio de entonces de la peseta, poder hacerse con unos ahorros. Volvió y montó un negocio, y, al poco, otro, y otro, y otro más. Hoy, lucha con la vida, que la vida no deja de propinar cornadas, y, además, hace frente a un cáncer empeñado en doblegarlo. Pues bien, a esta persona, como a tantos otros miles de personas, ¿con qué autoridad puede inquietarla respecto de su pensión una panda de incompetentes e irresponsables calientasillones ocupados en asegurarse su propio bien y ajenos a lo que debería ser su obligación?
Y, además de la carraxe (irritación, rabia…) que nos embarga, hemos de soportar la insensibilidad y la desconsideración de algunos de nuestros gestores, insensibilidad y desconsideración que raya en…, di tú en lo que raya, Tolico.