viernes, 30 de septiembre de 2011
jueves, 29 de septiembre de 2011
Impresión tras unas horas en Berlín
Mi querido Tolico:
Accedimos a Berlín en una fecha
significativa: coincidiendo exactamente con el medio siglo del inicio de la
construcción del Muro. ¡El Muro! ¡Los muros! La Historia nos muestra una y otra
vez que el ser humano repite periódicamente los mismos errores. Claro que,
pudiendo repetirlos, ¿para qué enmendarlos?
Sé, sabía, que Berlín da cobijo
a unos cuantos cientos de miles de ciudadanos menos que Madrid; esto, el que
entremos a la ciudad a través de una vía que me recuerda a la M-30 madrileña y
que el primer área por que nos movemos se halle erizada de edificios de altura
media, crea en mí la sensación de una capital familiar. Hace una tarde soleada,
espléndida, y Agata, amiga de nuestra anfitriona, intenta hacernos creer que
llevamos con nosotros el buen tiempo y que éste es el día más hermoso en Berlín
desde hace mes y medio.
Tomamos el metro. Un abono
diario para que cinco personas se desplacen cuanto quieran utilizando autobús,
tranvía y los dos metros cuesta quince euros. Me llama la atención que no
existen taquillas ni, por tanto, taquilleros, ni tornos, ni…, sólo el sentido
de la responsabilidad de los ciudadanos que, disciplinadamente, adquieren su
billete en una máquina expendedora y lo pican en otra. Éste, parece otro mundo.
No obstante, imagino que para prevenir tentaciones, uno de los días vivimos la
sorpresa de que un empleado, vestido de calle pero identificándose
convenientemente, solicitaba el billete a los usuarios del vagón. En el primer
viaje descendimos en la estación Central, inmensa, monumental y excepcional.
Gracias a los buenos oficios de Ola, nuestra exquisita anfitriona, que lo había
solicitado previamente en nuestro nombre, pudimos visitar el Reichstag, la sede
del Bundestag, el Parlamento alemán; o, más propiamente, su azotea y su
grandiosa cúpula de 1.200 toneladas de acero y cristal. El señor Fóster, su
arquitecto, ha legado a la eternidad una obra sorprendente y admirable. Según
asciendes, el pinganillo, en perfecto
castellano, te describe lo que ves, divulga características técnicas de la obra
y curiosidades únicas. Viene a mi memoria el que los cientos de toneladas de
cristal que recubren la estructura pretenden ser una metáfora de la
transparencia que debe representar la democracia. Imagino que también con sus
imperfecciones, decididamente, nos hallamos en otro mundo. Desde esta cúpula
puede constatarse el esplendor de la ciudad, el segundo milagro alemán del
último medio siglo.
A tiro de honda del Reichstag,
la puerta de Brandeburgo, de Brandenburgo o de Brandemburgo, símbolo inequívoco
de Berlín, coronada por la diosa de la Victoria y su cuádriga. Y un poco más
allá, un área de casi tres mil a modo de lápidas funerarias que conforman el Memorial a los judíos asesinados,
laberíntico, tétrico, recuerdo vivo de tiempos de barbarie, de exterminio, de
dolor a raudales y de ceniza. Algo más lejos, frente a un trecho de Muro, sobre
una explanada de guijarros oscuros, el Museo Checkpoint Charlie, la Topografía
del terror, un museo valiente que recoge miles de documentos, algunos
estremecedores, que mantienen vivo el recuerdo del Holocausto. Y, ¿cómo no?,
recorrimos la East Side Gallery, ese kilómetro largo de Muro decorado por
artistas dispares, de cuyas obras destaco el popular e icónico Beso de hermanos (Breznev y Honecker).
Alexanderplatz es una plaza
amplísima, jalonada de modernos e impresionantes edificios, y de visita
obligada; en ella se halla la torre de televisión, desde la que disfrutamos de
una panóramica inigualable de Berlín; también, un curioso reloj que muestra la
hora en cada uno de los husos horarios; igualmente, movimiento, mucho
movimiento de berlineses, medios de comunicación, turistas…, y algo de lo que
tampoco se libra esta capital: el botellón.
Teníamos curiosidad por ver la
inhabitual experiencia de un grupo de ocupas de un precioso edificio y de su
entorno, antiguo centro comercial, conocido como Tacheles; pero, no ocupas
cualesquiera, sino artistas underground que allí instalaron su taller, que
trabajan a la vista del público y que exponen y pretenden vender una obra
desigual. Alcanzamos el entorno hacia las diez de la noche, noche cerrada en
una ciudad poco iluminada, con muestras de prostitución en los alrededores…, lo
que, para escarnio del grupo, generó cierta inseguridad en quien escribe y
giramos una visita rápida únicamente a la planta baja.
Visitamos también la catedral,
de planta de cruz griega, amplísima, luminosísima, hermosísima, muy cuidada por
dentro y en proceso de recuperación por fuera. Tuvimos oportunidad de vivir
sendas experiencias únicas: acceder interiormente a la base de la cúpula y
recorrerla toda exteriormente. Desde aquella altura, las vistas de Berlín
resultan igualmente impresionantes, y ¡qué curioso disfrutar de la visión y admiración
de la catedral desde el cielo! ¡Hasta dos colmenas observamos en su tejado!
Y fuera de programa, en el Museo
de la Fotografía, disfrutamos de una completísima exposición de Abisag
Tüllmann, auténticamente testimonial, periodística, admirable; e, igualmente,
visitamos la de Helmut Newton, a mi entendimiento propia de un enfermo, con el
permiso de quienes hacen de su obra objeto de culto.
Hemos dedicado un buen número de
horas de nuestra estancia en Berlín a conocer un poco más en torno al
Holocausto y al Muro, y en ambos casos, por enésima vez, me pregunto cómo es
posible que el hombre sea así de lobo con sus congéneres. A este respecto, dos
reflexiones de sendos autores polacos a los que leía aquellos días:
Todos los instintos me parecen dignos de ser envidiados. Pero uno de
ellos, especialmente: se llama el instinto de frenar los golpes. Los animales a
menudo se pelean con otros de su misma especie, luchas que, sin embargo,
concluyen por regla general sin sangre. En un momento determinado, uno de los
oponentes se retira y así queda la cosa. Los perros no se devoran unos a otros,
los pájaros no se matan a picotazos y los antílopes no se ensartan mortalmente.
No se debe a que sean dulces por naturaleza. Simplemente a que actúa un
mecanismo que pone freno al ímpetu, a la fuerza del impacto o a la oclusión de
las fauces. Este instinto solamente desaparece en cautividad, así como tampoco
se manifiesta en aquellas especies que han sido criadas fuera de su lugar
natural. Lo que viene a ser lo mismo. (Szymborska, Wislawa).
… todo mal encontrará siempre sus defensores, pues en todas partes hay
personas que necesitan del mal para alimentarse, que es su oportunidad e,
incluso, la razón de su existencia. (Kapuściński, Ryszard).
¡Y las avispas! ¡Cuántas y qué
hostigosas! Por naturaleza, son ágiles y no se dejan atrapar; deben de ser
parientes de las moscas de que habla Fernández Flórez en el cuento homónimo. Y
qué admiración tanto ciclista, incluso personas jubiladas, mayores, sin
distinción de sexo.
Finalmente,
nuestra gratitud a Ágata y especialmente a Ola, anfitriona y cicerone
entregada, exquisita y sin par en este otro mundo.
Publicado por
Manuel Ríos
1 comentarios
Etiquetas: viaje
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Modificación de la Constitución, movimiento 15 M…
Mi querido Tolico:
Han pasado unos días, pero la
actualidad, especialmente en esta fase de nuestra existencia, hace viejos los
asuntos en cuestión de horas; y así, la reforma de la Constitución está ya
olvidada. Me la recordó la noticia de que Su Majestad rubricó el documento. ¿Te
parece que volvamos a la cuestión?
¿Puede una Administración gastar
más de lo que ingresa? Recapitulemos y sinteticemos lo ya escrito. Postula una
escuela de economistas que, en momentos de crisis, debe ser el Estado quien
mantenga la actividad económica y tire del carro. Y yo me pregunto,
endeudándose en cada ejercicio, ¿cuánto ?, y añado, ¿indefinidamente? La Administración
pública (estatal, autonómica y municipal), Tolico, debe funcionar como la administración
familiar seria: estirando las extremidades inferiores de acuerdo con las
dimensiones de la manta, como reza un viejo refrán popular. Y para bien o para
mal, lo demás es entretener al respetable. Hace decenio y medio, el señor Aznar
(a él nos hemos referido críticamente en otros momentos) puso a don José Barea,
un técnico proveniente de la inmediata administración socialista, al frente de
la Oficina Presupuestaria de Presidencia del Gobierno para impedir que ministro
alguno se saltase a la torera el corsé presupuestario que le tenía asignado. Y
las manos de hierro del señor Aznar y de don José enderezaron el desaguisado
económico en que nos hallábamos en aquellos tiempos.
¿Es
necesario modificar la Constitución para establecer un límite de endeudamiento?
El señor Aznar lo dejó establecido en una ley, ley que modificó el señor
Zapatero para disponer de barra libre. Y ahora, a mi entender bajo la
imposición de la Unión Europea, tirios y troyanos se ponen de acuerdo
—¡insólito!— para modificar la Constitución de la noche a la mañana, casi de
tapadillo, para volver a quince años atrás. ¿Engañarán a Europa y a los
mercados? Porque, a los ciudadanos observadores y reflexivos, ¡no! Y para
muestra, las cuentas que los socialistas dejaron en las comunidades catalana y
castellano manchega, y las que los populares mantienen en la comunidad valenciana
y en el ayuntamiento madrileño. Ignoro a qué vino tanto revuelo político y
mediático. La Constitución, por desgracia, es papel mojado hace mucho tiempo, y
seguirá siéndolo mientras no apeemos de ella el derecho al trabajo, a la
educación, a una vivienda digna… o los hagamos reales. La cuestión, en última
instancia, estriba en establecer prioridades, priorizar; y priorizar supone
priorizar, como dice el término, prescindir de gastos suntuarios, prescindir de
gastos de representación…, prescindir de lo todo lo razonablemente prescindible
y hacer uso de la cordura en la toma de decisiones, lo que no acaba de
apreciarse. Tirios y troyanos no representan a la ciudadanía y no poseen
legitimidad para mover una paja. Cuenta el señor Carandell (El show de sus señorías, página 161) que
el preboste de un partido político de tiempo ha era conocido como el Escéptico por sus compañeros de
filas; un amigo le preguntó por el origen del apodo, y el político le respondió
que porque no creía en ellos. Pues bien, Tolico, hoy, los que no chupamos de la
teta (disculpa este otro vulgarismo), tampoco creemos en ellos ni en otras
instancias del Estado, y entendemos que vean al diablo en el movimiento 15 M y…
Publicado por
Manuel Ríos
0
comentarios
Etiquetas: Actualidad
martes, 27 de septiembre de 2011
lunes, 26 de septiembre de 2011
Justicia distributiva:La que establece la proporción con que deben distribuirse las recompensas y los castigos (RAE)
Publicado por
Manuel Ríos
0
comentarios
Etiquetas: Actualidad
miércoles, 21 de septiembre de 2011
lunes, 19 de septiembre de 2011
Con la muda preparada para partir o su inmenso y admirable sentido de la realidad
Era baja de estatura que no de
personalidad, menuda, correosa, observadora; mantenía la mirada y actuaba con
franqueza, inmisericorde con mis barbitas. Se llamaba Eladia, tía Eladia para
mí, y la recordaré siempre nonagenaria, con la garrota bajo el brazo caminando
por la acera en sombra del pueblo toledano en que nació, arriba y abajo, hasta
cumplir su objetivo matutino o vespertino. Acaba de mudar su existencia a la
dimensión eterna después de ciento cinco años en esta. Ciento cinco años de vida,
de vitalidad, con la cabeza en su sitio, honra de los suyos y admiración de
quienes la conocimos. ¡Admirable!
Cuando
cumplió el siglo de existencia, la homenajeó su villa natal; entre los actos,
una misa de acción de gracias oficiada por su hijo; cuando este hijo alcanzó
las bodas de oro de su primera misa, celebró otra conmemorativa; y cuando casó
su nieta, también recibí el honor de ser invitado. En las tres ocasiones, en el
propio templo, como queriendo asegurarse, me preguntó qué me habían parecido las
ceremonias. Y cuando falleció el hermano que le quedaba en la tierra, pidió al
hijo que le ofreciera una misa, y se la pagó, porque, a su entender, si no le costase
nada no surtiría efecto. Así era ella. Recuerdo con afecto estas anécdotas. Hoy
la traigo a esta humilde atalaya a propósito de una curiosidad de que tuve
noticia tras su sepelio: desde hace años, utilizando su modo de expresión,
tenía preparada una muda completa,
interior y exterior, con la que deseaba emprender el viaje definitivo, y la
reservaba a tal fin y se responsabilizaba de trasladarla cuando en verano se
desplazaba a su pueblo de nacimiento; con ella, reposa. Así era, realista y
consciente de una de nuestras grandes realidades: que somos finitos y que
debemos vivir preparados porque desconocemos el día y la hora.
Publicado por
Manuel Ríos
0
comentarios
Etiquetas: Personal
domingo, 18 de septiembre de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)