Desde mi otro pueblo, volvemos al rompeolas de las Españas afectados por la muerte súbita de nuestro vecino Ángel, un trabajador infatigable de 56 años al que el infarto sorprendió en el inicio de las fiestas de san Juan. Me dicen que por estas fechas de hace tres años sufrió un primer episodio del que le rescató el Bautista, el patrono de la villa, para que pudiera conocer y disfrutar de Paula, su nieta, una criatura encantadora que embelesa a todo el que se le acerca.
Con nuestras casas una frente a la otra, ¡cuántas veces nos hemos saludado con admiración y afecto! Y, al anochecer, el viernes se turbó la paz de La Mata con el rugir del motor de un helicóptero médico y con la sirena de una ambulancia. Poco después, la campana anunciaba su muerte al orbe local. Y a media noche, el tanatorio congregaba a tanto mateño como la almendra central de la villa, cerrada al tráfico y volcada en festejar a san Juan.
Desde esta atalaya, enviamos un abrazo afectuoso a Conchi, a Fernando, a Jesús y a toda su familia.
Descansa en paz, Ángel, amigo.
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