Hacía algún tiempo que no disfrutaba del cine en sala. Me
llevó a él Todo es silencio, de José
Luis Cuerda, el director de tantos éxitos, de los que, tal vez por deformación
profesional, siempre tengo presente La
lengua de las mariposas.
Habían pasado dos días después del estreno. Realicé la
reserva por internet hacia las tres de la tarde y me descolocó el que a esa
hora solo estuviesen ocupadas dos butacas de toda la sala para un pase a las
18,45, en domingo y en un cine céntrico del rompeolas de las Españas.
Accedí a la sala iniciada la publicidad y el alma se me
cayó a los pies al comprobar que estaba ocupada aproximadamente en un tercio de
su aforo.
¿Qué sucede? Ha sido clausurado Megauload, ha sido cerrado Vagos,
se han autocensurado otras páginas de descargas y la sala se hallaba medio
vacía.
Reflexiono. ¿Será el precio? La butaca cuesta 8,5 euros,
a los que añadir 0,9 por gestión de la reserva informática. Tal vez el precio,
la subida del IVA o la crisis; pero, la realidad es que, con unos ingresos así
el tercer día de estreno, el cine está seriamente tocado, acaso sentenciado, al
menos como lo hemos conocido.
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