«Otro vendrá que buena la hará»: Vox populi, vox Dei (la voz del pueblo es la voz de Dios).
Creo ser realista. Sé que en buen número de nuestros
hogares somos poco sensibles al gasto que supone disponer de una farmacia en casa (lo que no cuesta, no
vale; de lo que no me cuesta, hago una gran fiesta), pero, este no es el camino.
Por enésima vez, debo reconocer humildemente que no poseo la piedra filosofal y
me alegra no tener la responsabilidad de dar solución a asunto así de espinoso,
pero, ¡no es así!
Dionisio I de Siracusa, conocido también históricamente
como Dionisio el Viejo, tirano casi confeso, se asombró de que una pobre vieja
implorase a los dioses larga vida para el dictador. Se acercó a ella y le
preguntó por qué rezaba por él. La buena mujer le confesó que su antecesor era
un malvado y , por ello, rogó fervientemente a la deidad para que el pueblo se
viese libre de él; tuvo la fortuna de ver cumplido su deseo, pero también debió
comprobar que el sucesor era peor, para acabar preguntándose cómo sería quien
le sustituyera.
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