Querido Tolico:
Me siento en la obligación conmigo mismo de escribir unas líneas de consuelo a una familia afligida por una pérdida triste e irreparable. Además de recordarle una reflexión de Azorín («… nuestro vivir […] es un combate inacabable…»), desde aquí reafirmo al autor anónimo que establece que «La vida se mide por los momentos que nos quitan el aliento».
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