Mi querido
Tolico:
¿Posee la
señora Bardem lo que debe acreditarse para que su nombre engrose el callejero
sevillano? Supongo que es cuestión del color del cristal de quien deba
decidirlo. En todo caso, para mí, la cuestión no es esa. Con mérito o sin él,
la calle ya está rotulada y cambiarle el nombre es volver a las filias y a las
fobias, caer en errores pasados o, acaso lo más penoso, entretener al
respetable.
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