jueves, 27 de octubre de 2011

Cuadrante número 22



Mi querido Tolico:

Hace poco, los amigos de Vilanova de Arousa me obsequiaron con el número 22 de Cuadrante. De nuevo, mi gratitud por su atención.

El número 22 de Cuadrante es especialmente extenso y, como siempre, promete. Acabo de leer el primero de sus artículos, El último año en la vida de don Ramón del Valle-Inclán, de Manuel Alberca y Joaquín del Valle-Inclán. Un último año especialmente difícil en la persona de un hombre de setenta años, viejo para la época, aquejado de neoplasia de vejiga, en puertas del viaje definitivo, separado, separación que le exigía el desembolso mensual de 2.500 pesetas, con tres hijos a su cargo en fase de formación, incapaz de escribir por razones de salud… ¿Año difícil? Mejor podría decirse que ¡imposible!

El artículo recorre los hitos de esos meses, los altibajos de su mal, los aspectos sobresalientes de su correspondencia, su fe en la ciencia del doctor Villar Iglesias y el ingreso en su clínica, los momentos de optimismo y de desesperanza, los tópicos, la fallida propuesta de su amigo don Victoriano García Martí de homenajearlo regalándole un pazo, su empeño por completar El trueno dorado…, su lucha a muerte con la muerte y el desenlace previsible. Y todo ello ilustrado con periodísticas fotografías y reproducciones de valiosos documentos.

En paralelo, leo en la edición digital de La Voz de Galicia que mi amada Pobra do Caramiñal, coincidiendo con el 75 aniversario de la muerte de don Ramón y en colaboración con varias instituciones, programa y ejecuta un rosario de actos en memoria de Valle-Inclán. Chapó por la iniciativa. Lástima que este egregio gallego universal no haya sido objeto de ese merecido homenaje hace tres cuartos de siglo y aún antes.

Y, también en paralelo, leo que Unamuno acaba de ser rehabilitado como concejal de Salamanca, honor del que fue despojado en 1936. ¡También 75 años después del despojo y de su muerte!

¿Qué nos sucede a los seres humanos? ¿Dónde radica nuestra incapacidad para reconocer la talla intelectual de hombres como Valle o Unamuno?

Como colofón, mi querido Tolico, reflexiona en torno a este pensamiento de don Miguel: «Somos padres de nuestro porvenir y no hijos de nuestro pasado», a lo que yo me pregunto si, tal vez y a la vez, somos hijos de nuestro pasado y padres de nuestro futuro.

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