sábado, 2 de agosto de 2008

¿Cuna, además de tumba?

A las afueras de Camariñas, un poco más allá del campo de fútbol, a media tarde, subí monte a través por un camino sólo practicable por tractores, entre pinos, en completa soledad, destemido pero atento a cada sonido. Hacía bochorno y un poco de niebla. Después de un rato de subida, alcancé lo alto del monte y me encontré con la ermita de la Virxe do Monte (Virgen del Monte); estaba cerrada y únicamente pude disfrutar de su contemplación exterior y del entorno que desde allí se divisa: buena parte de la ría de Camariñas y, enfrente, difuminado por la niebla, el santuario de la Virxe da Barca (Virgen de la Barca), en Muxía. Me senté sin prisa y gocé de aquella paz que trajo a mi cabeza el monte Tabor.
A unos metros de la entrada a la capilla, atrae mi atención una muy pequeña lápida que recuerda que, desde allí volvieron a la naturaleza las cenizas de una mujer. Sus deudos la recuerdan cariñosamente. Del texto, entresaco este deseo: “…que las olas te besen, que las olas te abracen…”

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