miércoles, 30 de julio de 2008

La primera parte del viaje por la Costa de la Muerte toca a su fin

Mi querido Bartolo: ayer pateé Porto do Son y el faro de Corrubedo. Accedí a ellos por enésima vez, sólo que en esta ocasión con otros ojos. En el último cuarto del siglo XIX, el faro fue testigo del naufragio de dos lanchas de pesca locales con el resultado de 26 marineros ahogados (las dos tripulaciones), 17 viudas (4 embarazadas) y 40 huérfanos: una inconmensurable tragedia para un muy pequeño puerto de hace siglo y cuarto. Y más tragedias, como la del Salier, con 280 víctimas; o la del Santa Isabel, en la que las mujeres de Riveira, auténticas heroínas, se lanzan a la mar en sus pequeñas embarcaciones y rescatan a buen número de los supervivientes, con lo que pasaron a la Historia como Las Mujeres de Sálvora y consiguieron para la villa la distinción de Muy Noble, Muy Leal y Muy Humanitaria. Sucedió este último naufragio hace casi 90 años, y podría continuar.
La primera parte de la aventura toca a su fin. Me queda ahora ordenar y dar forma a las notas que fui tomando día a día, hora a hora, lugar a lugar. Y quieran los hados que la serpiente de la pila del agua bendita de la colegiata de Muros me preste una brizna de su saber en el intento.

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