domingo, 13 de julio de 2008

“Un faro es, después de una iglesia, el más santo de los monumentos” (Fernán Caballero)



(Escalera de acceso de la Torre de Hércules)

Desde antes de la Era cristiana, en las colinas próximas a los grandes puertos de la antigüedad se encendían grandes fuegos que guiaban a las gentes de la mar; pero, cuando aparecían la niebla o la tempestad, se multiplicaba el riesgo y, a menudo, ese riesgo se trocaba en desgracia. ¿Cuántos buques habrán encallado o se habrán hundido en las costas de todos los mares? El faro vino a paliar la necesidad. Cuando pensamos en estas construcciones, vienen a nuestra mente dos: el de la isla de Faros, en Alejandría, de más de cien metros, y la Torre de Hércules.

En apoyo a la candidatura de la Torre de Hércules como Patrimonio de la Humanidad.

No hay comentarios: