Mi querido Tolico:
Esto se llama independencia, que no libertad: tú y yo no somos esclavos de la publicidad, ni del número de visitas, ni…, y podemos permitirnos reflexionar en torno a lo divino y a lo humano. Es cuestión de planteamiento.
Llevo dedicadas unas cuantas horas a investigar en torno al racú para ilustrar media docena de líneas en el proyecto en que trabajo. San Google, como lo llama Asier, me proporciona valiosa información, y hoy me entretengo en bucear en la monografía La carpintería de ribera en Galicia (1940-2000), del profesor José María de Juan-García Aguado, que descargué de la red (¡Cómo me encanta que coincidamos!). Y ya ves, Tolico, el libro me encontró bajo de defensas y me llevó a tropezarme con la sierra portuguesa, en cuya utilización mi padre era un especialista (¿se conservará la suya?), y con nombres e imágenes de herramientas del carpintero de ribera de las que no era consciente, como el guillaume (mi padre pronunciaba guillame), la azuela, la falsa escuadra, el gramil… Definitivamente, sois más viejos de lo que creéis.
Déjame finalizar la entrada con esta copla que recoge el profesor, al igual que la imagen que la ilustra:
Carpinteiro de ribeira,
faime un barquiño de vela
para ir de luna de mel
coa miña Manoela.
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