(Fotografía de La Voz de Galicia)
—¿Dónde estás, Manoliño? ¿Es que no me ves?
—Estoy aquí, Tolico, contigo. Las tres palabras que forman el título y que tanto te llaman la atención integran un mensaje que acaba de recibir un vecino de Nigrán, municipio pontevedrés.
—Remitente y destinatario deben de quererse profundamente.
—Ni se conocen, colega, viven a 6.000 kilómetros, separados por el Atlántico y el mensaje tardó tres años en navegar de costa a costa en un más que modesto botellín de agua.
—Está claro que no existen fronteras, Manoliño, y una vez más, la realidad supera la ficción más calenturienta.
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