viernes, 8 de mayo de 2009

Basura desde la cuna

—Algunas veces, ¡qué bien titulas, Manoliño!
—No fastidies, Tolico. Créeme si te digo que me encantaría que tal día como hoy no encontrara asunto del que ocuparnos y que no saliéramos a la palestra.
—¡Qué pena, colega! En mi mundo no sabemos de grasas saturadas ni de esos tecnicismos vuestros, pero el instinto nos permite diferenciar claramente la basura de lo que es alimento. ¿Tan perdidos os halláis los humanos que todo os sabe igual? ¿Dónde habéis arrinconado vuestro instinto de seres vivos? No me cabe duda de que lo que llamáis civilización os atontolina.
—Cierto, Tolico. Y, a mi vez, me pregunto por los filtros, por la supervisión del sistema.
—¡Pobre Manoliño! Iluso como él es, cree que la sociedad funciona como lo hacen las piezas que integran un reloj, regularmente, acompasadamente…, tic-tac, tic-tac… ¡Pobre! Porque así sólo funciona Hacienda y con quien le conviene.

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