—Mi querido Manoliño: no hago más que darle vueltas al caso de Joaquim Torres.
—¿Con eme o con ene, Tolico?
—¡Manoliño! Si lo escribo con eme es con eme, colega.
—¡Qué aires, Dios mío! Háblanos del señor Torres.
—Este hombre me recuerda a tu Man de Camelle.
—Manfred Gnadinger, Man para los vecinos, contribuyó a hacer universal Camelle. El alemán levantó allí una cabaña más allá del espigón de abrigo del puerto, retando al mar de la Costa de la Muerte, y ése fue su hogar, y reordenó y decoró las rocas capaces de retar a aquel mar tenebroso. Man decía buscar la libertad en la nada, huyendo del mundo, y hoy es el mundo quien vuelve los ojos a él y a su ejemplo.
—Pues bien, Manoliño, Joaquim, hombre muy culto, es para mí el nuevo Man.
—¿Con eme o con ene, Tolico?
—¡Manoliño! Si lo escribo con eme es con eme, colega.
—¡Qué aires, Dios mío! Háblanos del señor Torres.
—Este hombre me recuerda a tu Man de Camelle.
—Manfred Gnadinger, Man para los vecinos, contribuyó a hacer universal Camelle. El alemán levantó allí una cabaña más allá del espigón de abrigo del puerto, retando al mar de la Costa de la Muerte, y ése fue su hogar, y reordenó y decoró las rocas capaces de retar a aquel mar tenebroso. Man decía buscar la libertad en la nada, huyendo del mundo, y hoy es el mundo quien vuelve los ojos a él y a su ejemplo.
—Pues bien, Manoliño, Joaquim, hombre muy culto, es para mí el nuevo Man.
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