—¿Pandemia, Manoliño? No me asustes, por favor. Bromeas, ¿no? Que yo no escuché ni leí nada al respecto. ¿Pretendes, acaso, que no salga de casa? Que yo no expongo mi vida —mi bien más preciado—, para nada.
—Serénate, Tolico, y no seas hipocondríaco. No me refiero a la pandemia de la gripe, sino a la pandemia de disparar con la pólvora del rey.
—¿La pólvora del rey? ¿Es que don Juan Carlos posee arsenales? No me líes, Manoliño.
—La corrupción, colega, ¡la corrupción!, que de mal endémico ha dado el salto a pandemia y ya domina el mundo. La última manifestación, en Reino Unido.
—Serénate, Tolico, y no seas hipocondríaco. No me refiero a la pandemia de la gripe, sino a la pandemia de disparar con la pólvora del rey.
—¿La pólvora del rey? ¿Es que don Juan Carlos posee arsenales? No me líes, Manoliño.
—La corrupción, colega, ¡la corrupción!, que de mal endémico ha dado el salto a pandemia y ya domina el mundo. La última manifestación, en Reino Unido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario