viernes, 26 de diciembre de 2008

Pequeñez y fragilidad del ser humano

—Mi querido Tolico.
—¡Cómo me encanta sentirme querido, Manoliño! ¿En torno a qué reflexionamos hoy?
—El mundo, colega, está patas arriba.
—Ése es, justamente, el tono y el mensaje de los viejos.
—Primero cayó el comunismo, y, ahora, el propio señor Bush acaba de aceptar el fracaso del capitalismo.
—Paparruchas, Manoliño. No te quepa duda de que en todo este barullo que vivimos, ¡cuánto espabilado amasa emporios y fortunones a costa de despellejar impunemente al pueblo llano! ¿O no? Por cierto, ese pueblo llano, ¿cómo reacciona?
—Volviendo a los ancestros, Tolico, agarrándonos cada cual a un clavo ardiendo; y así, renacen con fuerza inusitada la magia, los videntes, las brujas, los duendes, los santones, los chamanes…, sólo que adaptados a los nuevos tiempos y recibiendo en lujosos despachos situados en magníficos edificios.
—¿Sabes lo que te digo, Manoliño? Para mi estatura de pajarito, yo veo a los humanos como gigantes, pero en lo profundo, sois tan vulnerables y frágiles como nosotros los pajaritos.

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