lunes, 1 de diciembre de 2008

Tiempo de invierno

—¿Tan seco de ideas te encuentras, Manoliño, que necesitas cantar al invierno?
—Voy a referirme a tres hechos que presencié en el entorno de la Monumental, de Las Ventas, con una separación de pocos días, Tolico. Volvía a casa hacia las diez de la noche y una mujer seleccionaba el pan que un despacho había dejado enfrente en una caja. Otro día, también poco antes de las diez, un varón preparaba entre las dos puertas de una oficina bancaria los cartones que serían su lecho. El tercer caso lo protagonizaba hacia las diez de la mañana un ciudadano de mi generación, limpio y pulcro de aspecto, hincado rodilla en tierra, cabizbajo, con la mirada clavada en el suelo y la mano extendida en demanda de ayuda.
—A la vista de hechos así, Manoliño, ¿cómo pueden tener su conciencia en paz y cómo pueden dormir tranquilos los gobernantes que dilapidan miserablemente los muy escasos recursos públicos?


Tiempo de invierno

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