De la Memoria Erasmus de Asi, y espero que la sorpresa le resulte grata, entresaco estos párrafos:
“...Todo es subjetivo. Cuando sabes poco acerca de algo (en mi caso, sobre Polonia) te interesas y te informas sobre ello. Adquieres conocimientos y una idea cercana a la realidad: aprendes. Pero, cuando abandonas la ignorancia es cuando lo vives, cuando te metes de lleno, cuando puedes verlo, tocarlo, interactuar y disfrutar. Cuando son tus ojos los que se quedan con el más mínimo detalle, cuando hablas de tú a tú con niños, jóvenes, adultos y ancianos mirándoles a los ojos y viendo la expresión de su cara mientras les escuchas. Con los libros, aprendes; con la realidad, dejas de ser ignorante. Por eso hay que moverse, levantarse de la silla y apagar la pantalla. El sofá es cómodo, pero hay mucho mundo y mucha gente ahí fuera.
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Conocí a americanos, canadienses, ingleses, franceses, alemanes, italianos, portugueses, españoles, noruegos, sudafricanos, iraníes, mejicanos, colombianos, turcos, polacos, húngaros, checos, georgianos, chinos, vietnamitas, coreanos, indios y kazajos. 23 nacionalidades y 18 lenguas distintas, y ¡todos nos entendíamos! Cada uno teníamos nuestra lengua, éramos muy diferentes, pero poseíamos algo en común: el inglés y las ganas de aprender, de aprovechar esta maravillosa oportunidad y de compartir nuestra visión de las cosas.
Gracias al inglés he podido tener largas conversaciones con toda esa gente y ha sido increíble. Temas sobre los que no me suele gustar hablar, como religión y política, se convertían en emocionantes. Me intrigaba enormemente la opinión de todos ellos y, desde luego, se podría hacer un verdadero análisis social de los resultados de esos diálogos. Comprobar por ti mismo las diferencias culturales y la visión de la vida de un noruego, un chino y un español no tiene precio.
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Algo que también desconocía era la fuerza cultural, por llamarlo de alguna forma, que tenemos. En ocasiones como éstas, en las que conviven personas de todo el mundo, es normal que a cada uno se le relacione y se le juzgue sabiendo cuál es su país de procedencia. Pero, en el caso de los españoles, más. Me refiero a situaciones en las que la forma de hacer las cosas delata en parte esos famosos estereotipos de cada nacionalidad. Pocas eran las veces en que se achacaba a alguien su procedencia, salvo a los españoles. Y, desde luego, no para cosas malas, sino todo lo contrario; siempre y cuando llegar tarde o dormir la siesta, por ejemplo, no se consideren algo malo. Los españoles teníamos esa lápida beneficiosa, o como quiera llamarse, siempre encima. Cuando te despertabas tarde, cuando dejabas para mañana lo que podías hacer hoy, como lavar los cacharros, cuando dormías la siesta o llegabas fuera de hora a algún sitio, cuando salías por la noche más tarde que nadie y te quedabas en el garito hasta que te echaban. Y a todos les encantaba esta especie de "Spanish way of life", y es que va a ser verdad eso de que "Spain is different". A eso me refiero cuando hablo de "fuerza cultural", porque, aunque todos conocíamos la nacionalidad de cada uno, los que parecía que lo llevaban escrito en la frente, y a los que siempre se lo recordaban era a los españoles. Y, la verdad, me sosrprendió bastante.
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Fuera de Polonia, tuve la suerte de visitar otros países, como República Checa, Estonia, Letonia, Lituania y Austria. El viaje por los países bálticos fue impresionante. Aparte de conocer la zona, por la manera de realizarlo. Alquilamos una furgoneta y viajamos durante una semana un noruego, un inglés, una americana, dos polacas, un canadiense y tres españoles. Parece el comienzo de un chiste, pero no lo es. Realizar un viaje en furgoneta con gente de seis nacionalidades distintas es algo que todo el mundo debería hacer una vez en la vida. Y, de nuevo, ¡todos nos entendíamos!...”