jueves, 18 de septiembre de 2008

De nuevo, al límite

—Querido Manoliño: ¿eres consciente de que puedo masacrarte en cuanto me lo proponga?
—Hablando en plata, ¿me intimidas, Tolico?
—¿Acaso necesito yo perder mi dignidad y mi tiempo intimidándote? En cuanto llamase a alguna de las asociaciones protectoras y le contase que apenas me abres la jaula más que para explotarme sacándote las castañas del fuego en el post del día, se te caería el pelo; así que, ¡cuídate!
—Ahora, ¿me amenazas?
—Simplemente, te prevengo. Y tomo la iniciativa. En las últimas horas, reflexioné en torno a esta información que hemos visualizado juntos: si hiciésemos que las familas que en el mundo son equivaliesen a cien, y que la riqueza del orbe fuese tambien cien, resultaría que una sola de esas cien familias poseería 35 partes de riqueza.
—De lo que se deduce que las 65 restantes se repartirían, Dios sabe cómo, entre las 99 familias restantes.
—Tal y como yo lo veo, Manoliño, con la que está cayendo, si un buen día despertásemos lúcidas de nuestro sueño el equivalente a esas 99 familias, se armaría otra como la de 1789.

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