Hay un tiempo físico, irreversible, inflexible, puntualmente terco. Nada se le resiste, nadie se le escapa, no admite ningún tipo de intervención. Dotado de inveterada exactitud, su metrónomo se impone por decreto sin diferenciar personas ni circunstancias.
Pero hay otro tiempo, el de tripas cósmicas y fluidos sentimentales. El que hace versos a medida; el tiempo vital, caótico, de ida y vuelta; una anarquista medida del propio vivir hecho de lágrimas de hielo y placenteras convulsiones, mezcla de miedo y esperanza. En él se hace breve lo grato y eterno el aburrimiento. Cuando quiere, baila a ritmo de tango; cuando no, fluye con desesperante lentitud, parece que no va a terminar nunca. Pero eso no es todo. Aún hay otra forma de tiempo, la del verso libre, la de los muertos, la que te saca a rastras del mundo cuando ya no puedes más.
Reyes Calderón en Los crímenes del número primo.
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