—¡Me rebelo y me rebelo, Manoliño!
—¡Díscolo, que eres un díscolo!
—¿Díscolo yo? Me hacéis el favor de invitarme unos días a Tenerife, casi me secuestran en el aeropuerto —vaya canguelo con aquel probo vigilante jurado, tío—, y lo más grave, ¡no me ofrecéis la posibilidad de conocer el cultivo del plátano! Conste que me quejaré también a Lali y a Mario.
—Lo lamento de veras, Tolico, pero desconocíamos tu interés por el proceso de cultivo del plátano.
—¡Desconocíais, desconocíais! Cierra los ojos y paladea un plátano. ¿A que está rico? Tan rico es que sesenta diputados están interesadísimos en su cultivo… Pues, ¿sabes lo que te digo? Que contacten con Asier que seguro que les gestiona el mejor viaje al mejor precio, y no es broma.
—¡Díscolo, que eres un díscolo!
—¿Díscolo yo? Me hacéis el favor de invitarme unos días a Tenerife, casi me secuestran en el aeropuerto —vaya canguelo con aquel probo vigilante jurado, tío—, y lo más grave, ¡no me ofrecéis la posibilidad de conocer el cultivo del plátano! Conste que me quejaré también a Lali y a Mario.
—Lo lamento de veras, Tolico, pero desconocíamos tu interés por el proceso de cultivo del plátano.
—¡Desconocíais, desconocíais! Cierra los ojos y paladea un plátano. ¿A que está rico? Tan rico es que sesenta diputados están interesadísimos en su cultivo… Pues, ¿sabes lo que te digo? Que contacten con Asier que seguro que les gestiona el mejor viaje al mejor precio, y no es broma.
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