—Me siento muy triste, Manoliño.
—¡Tolico, por Dios, arriba esos ánimos! Cuéntame.
—Verás: yo tengo en mi cabeza una iniciativa publicitaria que ejecutaríamos tú y yo esta Navidad para dar el salto definitivo con el blog.
—¿Y?
—Que el señor alcalde me la chafó.
—¡Vamos! ¿Desde cuándo tienes línea con el señor alcalde?
—¿Línea? Él tiene la ordenanza, y no es favorable a mi plan. Porque yo había pensado que tú intervinieras como hombre anuncio y yo me acomodaría sobre tu hombro; así, promocinaríamos el blog por el entorno de la Puerta del Sol. ¿A que es buena idea?
—No tengo duda alguna, colega. ¡Lástima que el señor alcalde vele por tu dignidad y la mía!
—¿Sabes lo que te digo? Cuando dentro de unos días venga a cobrar la contribución, pásamelo y hablamos de tú a tú.
—¡Tolico, por Dios, arriba esos ánimos! Cuéntame.
—Verás: yo tengo en mi cabeza una iniciativa publicitaria que ejecutaríamos tú y yo esta Navidad para dar el salto definitivo con el blog.
—¿Y?
—Que el señor alcalde me la chafó.
—¡Vamos! ¿Desde cuándo tienes línea con el señor alcalde?
—¿Línea? Él tiene la ordenanza, y no es favorable a mi plan. Porque yo había pensado que tú intervinieras como hombre anuncio y yo me acomodaría sobre tu hombro; así, promocinaríamos el blog por el entorno de la Puerta del Sol. ¿A que es buena idea?
—No tengo duda alguna, colega. ¡Lástima que el señor alcalde vele por tu dignidad y la mía!
—¿Sabes lo que te digo? Cuando dentro de unos días venga a cobrar la contribución, pásamelo y hablamos de tú a tú.
1 comentario:
¡Va por Asi!
Gracias, Sr. Alcalde, gracias, gracias por velar por mi dignidad, gracias por evitarme días de humillación, de primaveras Lorenzanas paseo arriba paseo abajo por el “paseo de coches del retiro” en la feria del libro. Que infeliz era yo cargando sobre mi pobre espalda durante esos días tórridos que aplanaban hasta al pobre cartel que llevaba a cuestas. Que peso me ha quitado usted de encima, que relajada deja a mi faltriquera, ligera de equipaje. Otro peso que le ha quitado también a ella, al fin y al cavo a la pobre siempre se le escapaban algunos céntimo por los orificios que se formaban por el huso y que no sabia como tapar, pero mira, me ha evitado el trabajo de tenerla que reparar. Si no hay nada que ganar, mi bolsillo ya no tiene qué perder. Uff Que alivio, gracias, gracias, gracias Sr. Alcalde.
Parados, estudiantes, pequeños emprendedores, jovencitos con algún tiempecito libre ¡Ya no seréis la antiestética de la ciudad! ¡Hurra!.
¡ hip, hip, hurra! Por Tolico.
Olivo.
Publicar un comentario