sábado, 28 de febrero de 2009

Campanas, ¡tocad a rebato!


(Imagen de La Voz de Galicia)

—¿Qué sucede, Manoliño? ¿Por qué deben tocar a rebato las campanas?
—Querido Tolico, con el rigor que le caracteriza, mi amigo el historiador Antón Rodríguez Gallardo recoge en la última edición de La Voz de Barbantia la memoria de un acontecimiento acaecido seguramente antes de que él naciera, un escándalo más: tras una concesión administrativa, un particular se disponía a vallar un área de la playa de Barraña para ser explotada privativamente. Dice mi memoria que, en cuanto la ciudadanía se percató del hecho, las campanas de la parroquial de Cabo de Cruz comenzaron a repicar a rebato y los vecinos —parece que las vecinas—, impidieron la encubierta privatización.
—La comarca les habrá erigido un monumento.
—Aquellas mujeres, humildes y valientes, no sabían de monumentos ni de concesiones administrativas. La playa era en buena medida su medio de vida y, con un arrojo que hemos perdido la siguiente generación, impidieron su privatización.
—Pues yo insisto, Manoliño, que les levanten un monumento. Por cierto, después de más de cuarenta años del hecho, ¿por qué han de tocar a rebato las campanas?
—Porque ésta es jornada de reflexión, Tolico, y mis paisanos son personas sensatas, capaces de situarse delante de una báscula y de sopesar la actuación de cada partido político en la finalizada legislatura.
—Manoliño, no me digas más. Estimas que, como hicieron los vecinos de Cabo de Cruz hace 42 años, unos y otros se merecen que los ciudadanos pasen a la acción y toquen a rebato las campanas a fin de que las urnas queden huérfanas de papeletas. Para escarnio, que voten los candidatos y los suyos.
—Eres tú quien lo dice, Tolico.

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