—¡Qué contento estoy, Manoliño!
—No lo jures, Tolico, que desbordas satisfacción.
—No me informas, Manoliño, y de eso tendremos que hablar. El caso es que los seres que los humanos identificáis como animales —y vosotros también lo sois, que no se te olvide—, tenemos también nuestra declaración universal de derechos. ¿Puedo saber por qué me ocultas información así de relevante?
—¡Tolico!
—Ni Tolico ni leches, con perdón. ¿Tienes la conciencia tranquila? ¿Qué temes? ¿Y por qué no te haces eco de la rebelión de ese centenar de seres sensibles que protestan contra la matanza de focas? ¿Y qué me dices de Santino? ¡Bien por Santino! ¿Y de esa lucha entre vecinos por un pobre nido de cigüeña? Seguro que Lali y Mario saben dónde cae Zarza de Humareda. Si hasta doña Esperanza ha concedido graciosamente la libertad a un águila recuperada en un hospital de fauna de la Comunidad.
—¿Puedo, Tolico?
— No me interrumpas, que éste es mi post. Y no me hables de prioridades, Manoliño. Ya sé que 16.000 madrileños no reciben prestación por dependencia.
1 comentario:
He leído tu post de hoy, y me he entretenido un poco más con los derechos de los animales. La verdad que me imaginaba que tendríamos algo así escrito ya en esta sociedad con respecto a sus libertades, donde ya casi todo está inventado, pero no lo había leído tan concreto. La primera impresión es que esos derechos se violan más a menudo de lo que creía. Gracias de nuevo por darnos información tan interesante. Jorge
Publicar un comentario