(Imagen de elmundo.es)
—¿Por dónde para Zimbabue, Manoliño?
—¡Tolico!
—Digo yo que más vale ponerse una vez colorado.
—Tienes razón, colega. En pleno siglo XXI, abruma pensar que los fastos montados para la celebración del 85 cumpleaños del presidente de la República hayan costado un cuarto de millón de dólares a un país cuya esperanza de vida se cifra en 39 años, cuya inflación se eleva al 100.000 por cien, cuya cifra de paro alcanza al 94 % de la población…
—No sigas, Manoliño, que ahora me vas a decir que siete de sus doce millones de personas necesitan ayuda alimentaria. Pero di también algo que no me cuadra y es que el 94% de su población está alfabetizada. ¿Quién habrá hecho el recuento? Y me pregunto más: ¿a quién se lo hace el señor presidente?
2 comentarios:
Lo que me parece abrumador (con el sentido de ridículo y penoso) es que estando el país como está, dicho presidente se atreva a bailar y vitorear con esa sonrisa en la cara, cómo si a todo el país le fuese el cuerpo con la alegría que él demuestra, y sobretodo, porque al país no se le llena tanto la barriga como a él a diario. Jorge.
Yo también quiero ser presidente!
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