—Sencillamente, indignante, Tolico. Te sintetizo la información: Josefa tiene 34 años, es analfabeta y madre soltera de cuatro criaturas menores de edad. Su caja de ahorros le concedió una hipoteca a 30 años para adquirir una vivienda. Trabaja como una borrica para sacar adelante a sus hijos y pagar el techado que los acoge. La situación de crisis que nos acogota, imagino, y una más que discutible práctica bancaria le imposibilitan pagar dos cuotas (1.200 euros). La caja de ahorros, entonces, le declara vencido el préstamo y le reclama el importe total de la hipoteca, 96.500 euros, «en un plazo de tres días». Y lo más triste es que todo esto es legal, pero claramente ilegítimo.
—Justicia, Manoliño. Yo, Tolico, ¡pido justicia! Y, si no la alcanzo, pido la vuelta a la sociedad del mercader de Venecia y demando el boicot ciudadano a esa caja de ahorros.
—Justicia, Manoliño. Yo, Tolico, ¡pido justicia! Y, si no la alcanzo, pido la vuelta a la sociedad del mercader de Venecia y demando el boicot ciudadano a esa caja de ahorros.
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