—Mi querido Tolico: Hugh Hefner fundó Playboy hace medio siglo largo. El primer número de la revista vio la luz con una imagen de Marilyn en su portada. A sus 82 años, Hugh Hefner acaba de adquirir la tumba situada al lado de la que acoge los restos de la conocida sex symbol porque quiere permanecer «… junto a Marilyn para toda la eternidad».
—No conozco a ese pollo, pero, ¡qué bien se lo montó con sus conejitas! Y yo, mientras tanto, a verlas venir. Ahora bien, con seriedad, ¿qué extraña fascinación ejerce la muerte sobre vosotros los humanos? Acuérdate de tu admirado Valle-Inclán y de lo que pensaba acerca del cierre de los cementerios. ¿Para qué levantarlo si los que están dentro ya no pueden salir y los que se hallan fuera no tienen interés alguno por entrar? Si la extravagancia le hace feliz…
—Con tu habitual clarividencia, ¡qué certeramente calificas la anécdota! Pero, déjame que me detenga en Fisterra, a poca distancia de la punta del cabo, en un cementerio diseñado por César Portela («¿Cómo es posible tanta sencillez y tanta innovación a la vez?», escribí en el cuaderno de viaje), levantado hace once años y premiado y reconocido en todo el mundo…
—Qué orgulloso se te ve…
—Espera un instante. Lo tremendo es que todavía no presta servicio, «está muerto», como reza la noticia…
—No sigas, Manoliño: ¡sois únicos!
—No conozco a ese pollo, pero, ¡qué bien se lo montó con sus conejitas! Y yo, mientras tanto, a verlas venir. Ahora bien, con seriedad, ¿qué extraña fascinación ejerce la muerte sobre vosotros los humanos? Acuérdate de tu admirado Valle-Inclán y de lo que pensaba acerca del cierre de los cementerios. ¿Para qué levantarlo si los que están dentro ya no pueden salir y los que se hallan fuera no tienen interés alguno por entrar? Si la extravagancia le hace feliz…
—Con tu habitual clarividencia, ¡qué certeramente calificas la anécdota! Pero, déjame que me detenga en Fisterra, a poca distancia de la punta del cabo, en un cementerio diseñado por César Portela («¿Cómo es posible tanta sencillez y tanta innovación a la vez?», escribí en el cuaderno de viaje), levantado hace once años y premiado y reconocido en todo el mundo…
—Qué orgulloso se te ve…
—Espera un instante. Lo tremendo es que todavía no presta servicio, «está muerto», como reza la noticia…
—No sigas, Manoliño: ¡sois únicos!
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