—En primer lugar, Tolico, demos la bienvenida a esos nuevos amigos que accedieron al blog estos días a través de un enlace de correo (Google Analytics es así de indiscreto). Gracias por asomaros a este mirador y confiamos en que la orientación de este diario sea de vuestro interés.
—Y, en segundo lugar, Manoliño…
—Por favor, colega, que estamos sobresaturados de victoria. Pero, ¡si hasta el pibe se desplazó desde Polonia a Viena! De toda esta locura, me quedo con los miles y miles de metros de bandera roja y gualda ondeando por la aldea global. ¡Lástima que no la exhibamos para mostrar la disconformidad con los desatinos a que nos toca hacer frente!
—Sé positivo, Manoliño, y vayamos a la entrada de hoy. Yo, Tolico, como don Camilo, me apunto a viajar en Rolls conducido por choferesa despampanante.
—¡Qué jod…! ¡Y yo! No pongo cara ni obra a M.M., tuve que preguntar por ella para asegurarme de que es quien creía que es y no salgo de mi asombro. Tiene 40 años y muestra la madurez de una niña mimada. Pero, ¿quién la situó, señora mía, en ese estatus en que se encuentra sino la “humanidad” que a usted le produce tanto asco? Esta ciudadanía, que más a menudo de lo que sería deseable actuamos como rebaño, estaríamos encantados de viajar como propone Tolico y, si no nos fuese posible, en nuestro vehículo particular, como usted, pero cada cual hemos de desplazarnos como podemos y debemos. Y si el metro en hora punta no es el Ave, aceptará conmigo que es de los mejores del mundo ¡Para sí lo quisieran los londinenses y los neoyorquinos! Y ahora, tome su coche particular y siga humillando a quien la aupó a donde se encuentra.
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—Y, en segundo lugar, Manoliño…
—Por favor, colega, que estamos sobresaturados de victoria. Pero, ¡si hasta el pibe se desplazó desde Polonia a Viena! De toda esta locura, me quedo con los miles y miles de metros de bandera roja y gualda ondeando por la aldea global. ¡Lástima que no la exhibamos para mostrar la disconformidad con los desatinos a que nos toca hacer frente!
—Sé positivo, Manoliño, y vayamos a la entrada de hoy. Yo, Tolico, como don Camilo, me apunto a viajar en Rolls conducido por choferesa despampanante.
—¡Qué jod…! ¡Y yo! No pongo cara ni obra a M.M., tuve que preguntar por ella para asegurarme de que es quien creía que es y no salgo de mi asombro. Tiene 40 años y muestra la madurez de una niña mimada. Pero, ¿quién la situó, señora mía, en ese estatus en que se encuentra sino la “humanidad” que a usted le produce tanto asco? Esta ciudadanía, que más a menudo de lo que sería deseable actuamos como rebaño, estaríamos encantados de viajar como propone Tolico y, si no nos fuese posible, en nuestro vehículo particular, como usted, pero cada cual hemos de desplazarnos como podemos y debemos. Y si el metro en hora punta no es el Ave, aceptará conmigo que es de los mejores del mundo ¡Para sí lo quisieran los londinenses y los neoyorquinos! Y ahora, tome su coche particular y siga humillando a quien la aupó a donde se encuentra.
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