Ayer, proponía a nuestros amigos lectores que valorasen la actualidad de las perlas de Pedro Petouto. Hoy, permitidme repetir el planteamiento con estos versos de Rosalía (pero, ¡si todavía no habíamos traído al blog a Rosalía!) titulados originalmente A xusticia pola man y vertidos al castellano o español por la propia autora:
La justicia por la mano
"Aquellos que de honrados tienen fama en la villa,
ladrones me robaron las blancas ropas mías,
arrojáronme lodo sobre mis joyas ricas,
y de mis otras galas fueron haciendo tiras.
Ni una piedra dejaron donde vivido había;
sin hogar, sin abrigo, erré por la campiña,
al raso con las liebres dormí sobre las briznas,
y mis hijos, ¡mis ángeles!, que tanto yo quería,
¡murieron porque el hambre les arrancó la vida!
Y quedé deshonrada, marchitaron mis días,
diéronme triste lecho de abrojos y de espinas...
Y los zorros en tanto, los de sangre maldita,
en su cama de rosas descansados dormían.
-Jueces -grité-, salvadme, pero en vana porfía.
De mi ruego mofáronse, vendióme la justicia;
-¡Ayudadme, Dios mío! -grité desvanecida.
Mas Dios, tan alto estaba, que oírme no podía.
Entonces como loba rabiosa, o mal herida,
cogí la hoz acerada, de hoja cortante y fina,
rondé en torno despacio... ¡ni las hierbas sentían!
Y la luna ocultábase, y la fiera dormía
al lado de los suyos, en su cama mullida.
Contempléles con calma, y la mano extendida,
de un golpe... ¡de uno solo!, les arranqué la vida.
Y allí al lado, contenta, senteme de las víctimas
esperando serena que amaneciese el día.
Y entonces..., sólo entonces se cumplió la justicia...
Yo en ellos, y las leyes en mi mano homicida."
La justicia por la mano
"Aquellos que de honrados tienen fama en la villa,
ladrones me robaron las blancas ropas mías,
arrojáronme lodo sobre mis joyas ricas,
y de mis otras galas fueron haciendo tiras.
Ni una piedra dejaron donde vivido había;
sin hogar, sin abrigo, erré por la campiña,
al raso con las liebres dormí sobre las briznas,
y mis hijos, ¡mis ángeles!, que tanto yo quería,
¡murieron porque el hambre les arrancó la vida!
Y quedé deshonrada, marchitaron mis días,
diéronme triste lecho de abrojos y de espinas...
Y los zorros en tanto, los de sangre maldita,
en su cama de rosas descansados dormían.
-Jueces -grité-, salvadme, pero en vana porfía.
De mi ruego mofáronse, vendióme la justicia;
-¡Ayudadme, Dios mío! -grité desvanecida.
Mas Dios, tan alto estaba, que oírme no podía.
Entonces como loba rabiosa, o mal herida,
cogí la hoz acerada, de hoja cortante y fina,
rondé en torno despacio... ¡ni las hierbas sentían!
Y la luna ocultábase, y la fiera dormía
al lado de los suyos, en su cama mullida.
Contempléles con calma, y la mano extendida,
de un golpe... ¡de uno solo!, les arranqué la vida.
Y allí al lado, contenta, senteme de las víctimas
esperando serena que amaneciese el día.
Y entonces..., sólo entonces se cumplió la justicia...
Yo en ellos, y las leyes en mi mano homicida."
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