lunes, 5 de mayo de 2008

La Puebla de Montalbán

—¿Te das cuenta, Manoliño, de que es posible vivir unos días sin Internet, aunque te cueste, y, como diría nuestro amigo Cesáreo, sin que se caiga el tornillo que sujeta la capa del cielo?
—Cierto es, Tolico. Hemos puesto al día unos libros a los que nos referiremos en entradas sucesivas —¡Qué importante resulta desconectar y cargar pilas!—, nos hemos movido por tierras del Bolo —de Toledo, para los no iniciados— y, sin embargo, gracias a un viejo transistor de pilas, no nos hemos distanciado de la actualidad: según una filtración, parece que el Tribunal Constitucional habría aceptado que Cataluña es una nación, doña Esperanza y el señor Rajoy vuelven a ser uno, el Ministerio para la Igualdad continúa missing, fallece el señor Calvo Sotelo…
—Ya ves que, después de cuatro días, la vida sigue igual. Anda, háblame de La Puebla de Montalbán.
—¿Qué quieres que te cuente, Tolico? Desde hace tiempo, anhelaba conocerla. Aparcamos a su entrada y, a pocos metros, nos topamos con el Museo Celestina. No pudimos resistir la tentación de visitarlo. La encargada, atenta y exquisita, nos informó de la Institución, nos facilitó información en torno a ella y nos olvidamos de que el tiempo existe. ¡Qué extraordinarias las pinturas de Teo Puebla!, aunque, ¡qué duras algunas!
—Es que el bachiller Fernando de Rojas retrata con su pluma “ésta, nuestra flaca humanidad”, y don Teo deja que escriban sus pinceles. Ya sabes, entre maestros anda el juego.
—Disfrutamos de las salas, nos deleitamos en la de útiles y aperos, gozamos con las viejas fotografías y, con mucho gusto, habríamos arrastrado aquella vieja máquina de reloj de torre.
—¡Tú y tus manías, Manoliño! ¿Y la ciudad?
—La ciudad trajo a nuestra memoria la existencia de las Cartas Puebla fundacionales. Visitamos el entorno monumental, el convento de los Padres Franciscanos, la Plaza Mayor, recogida y acogedora —el Palacio de los Condes de Montalbán pide a gritos su rehabilitación—, el convento de las Concepcionistas…; en fin, una villa castellana recia y cargada de Historia que intenta sacar partido a sus recursos y que persigue no perder el tren del siglo XXI. ¿Y si invitaras a nuestros amigos a conocer La Puebla de Montalbán?
—Tiene toda la razón el colega: visita personalmente la villa y, si no te fuese posible, al menos, hazlo virtualmente.

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