Querido Bartolo:
La desgracia vivida este fin de semana en Vigo nos obliga a realizar una parada, cerrar los ojos y reflexionar. Lo primero que pasa por mi cabeza es que soy padre de un joven de 20 años y, aunque sea sólo por eso, estoy obligado a ser doblemente prudente a la hora de expresarme. La siguiente imagen —en función de lo que refieren los medios de comunicación— es que la falta de control ante un pique, la inconsciencia y la irresponsabilidad llevan la desgracia a tres familias, y la del matrimonio fallecido, sin posibilidad de rehabilitación. El penoso episodio, especialmente en víspera de elecciones como nos encontramos, debería hacernos reaccionar como sociedad: he visto en diversos medios cómo el lugar y otras zonas próximas son sede habitual de carreras de automóviles, filmadas en algún caso. Me pregunto por las acciones que hayan puesto en marcha las autoridades competentes para erradicar prácticas semejantes. Por otro lado, ¿qué sociedad conformamos, una sociedad libre o una sociedad libertina? ¿Qué escala de valores guía nuestros actos? ¿Qué escala de valores transmitimos expresa y/o tácitamente?
No puedo evitar recordar a Camba de nuevo. Cuando hace casi un siglo arriba a Newhaven, lo primero que le llama la atención es cómo impone la figura del guardia inglés en la aduana una madrugada de “frío terrible y lluvia”. Es tal la impresión que don Julio se pregunta: “¿cómo dudar de la fuerza que tiene aquí el principio de autoridad?” Y nuestro autor finaliza su reflexión estableciendo que los guardias ingleses “sostienen sobre sus hombros a toda Inglaterra”.
La desgracia vivida este fin de semana en Vigo nos obliga a realizar una parada, cerrar los ojos y reflexionar. Lo primero que pasa por mi cabeza es que soy padre de un joven de 20 años y, aunque sea sólo por eso, estoy obligado a ser doblemente prudente a la hora de expresarme. La siguiente imagen —en función de lo que refieren los medios de comunicación— es que la falta de control ante un pique, la inconsciencia y la irresponsabilidad llevan la desgracia a tres familias, y la del matrimonio fallecido, sin posibilidad de rehabilitación. El penoso episodio, especialmente en víspera de elecciones como nos encontramos, debería hacernos reaccionar como sociedad: he visto en diversos medios cómo el lugar y otras zonas próximas son sede habitual de carreras de automóviles, filmadas en algún caso. Me pregunto por las acciones que hayan puesto en marcha las autoridades competentes para erradicar prácticas semejantes. Por otro lado, ¿qué sociedad conformamos, una sociedad libre o una sociedad libertina? ¿Qué escala de valores guía nuestros actos? ¿Qué escala de valores transmitimos expresa y/o tácitamente?
No puedo evitar recordar a Camba de nuevo. Cuando hace casi un siglo arriba a Newhaven, lo primero que le llama la atención es cómo impone la figura del guardia inglés en la aduana una madrugada de “frío terrible y lluvia”. Es tal la impresión que don Julio se pregunta: “¿cómo dudar de la fuerza que tiene aquí el principio de autoridad?” Y nuestro autor finaliza su reflexión estableciendo que los guardias ingleses “sostienen sobre sus hombros a toda Inglaterra”.
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