lunes, 18 de febrero de 2008

Bartolo, fénix

—Buenas, Manoliño.
—¿Buenas, Bartolo? ¿Te encuentras bien? Es la primera vez que iniciamos una entrada en un tono tan poco cariñoso.
—¿Quién te levantó el ánimo ayer? No hace falta que yo diga a mis lectores que Bartolo, que es de todos conocido, porque Tolico es como el fénix que renace de sus cenizas. ¡Pelillos a la mar con lo del Día de San Valentín, actitud positiva y mirada al frente! Y te digo más, colega, te planteo un ultimátum: o te pones las pilas y aceptas mis sugerencias o el menda se independiza y monta su propio blog...
—¿Tu propio blog?
—Mi propio blog, efectivamente, que estoy cansado de plegarme a tus caprichos cuando el alma de esta obra soy yo, el gran Tolico. Y si no, revisa los comentarios que he recibido en los últimos días. ¡Qué reconocido estoy a todos los amigos que, además de leerme, me envían su apoyo y su cariño! ¡Viva Tolico!
—Me descolocas, colega, me dejas sin palabras.
—Pues reacciona, Manoliño, y vamos a la entrada de hoy, que luego me dices que hemos agotado el palmo diario de espacio.
—¿Recuerdas, Tolico, que hace unos días nos referíamos a las mascotas virtuales?
—¡Qué pena, Señor!
—En el fin de semana, leo curiosidades en torno a las mascotas reales, las de carne y hueso, en EE. UU.
—¿Como qué?
—Los estadounidenses, globalmente, dedican mayor cantidad de recursos a sus animales de compañía que a la música, al cine o a los videojuegos.
—¡No me lo puedo creer! La industria del sector estará encantada.
—Más datos: parejas de recién casados adoptan animales que les sirvan de entrenamiento antes de ser padres.
—¡Denunciable de todo punto! Y luego, ¿qué hacen con ellos?
—Los titulares de mascotas mantienen un “idilio amoroso” con ellas, las humanizan, se identifican en su presencia como “mamá” o “papá” y llevan su foto en la cartera.
—¡Increíble!
—Y, alrededor de esta creciente necesidad, surge un mundo de servicios...
—De listillos, querrás decir...
—De aprovechados que diseñan modelos para las mascotas, de restaurantes y hoteles de campanillas que las aceptan como clientes, de compañías de seguros que lanzan pólizas sanitarias, de clínicas de adelgazamiento, de bufetes que gestionan el patrimonio heredado, de funerarias y hasta de cementerios en los que el animal y su dueño pueden reposar eternamente juntos.
—¿Te has parado a pensar, Manoliño, quién es mascota de quién? Y mientras tanto, millones de compatriotas muriendo de indigencia, de enfermedad y de soledad. Decididamente, el ser humano es irrecuperable.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una vez mas mete usted el dedo en la llaga. A quienes nos gustan los animales
Como a mi y no podemos tenerlos porque la responsabilidad nos lo impide, pues en
mi caso, tener que viajar frecuentemente, hace imposible cuidar plenamente de una
“Mascota”, podría dejarla al cuidado de alguien, pero eso no es responsable, si no puedes cuidar de algo o de alguien no debes cargar a otros con tus obligaciones ni con tus devociones, de todas formas la palabra mascota no me parece correcta, creo que a las cosas se las llama por su nombre y su nombre es, cariñosamente, animal, que luego según el trato que le des lo humanizas, lo humillas y maltratas o haces una fiera de el, que es para lo que algunas “personas” los “adopta”, para darles su amor y cariño o, descargar sus iras y frustraciones. Con respecto al termino adopción palabra que se ha puesto de moda sin valorar su sentido, (adopta un perro, adopta una planta, adopta un abuelo, adopta un niño) ¡No mezclemos churras con merinas! La palabra adopción es algo muy serio, un animal se compra, se regala, lo heredas, te lo endosan o como mucho lo acoges, pero no lo adoptas. Con esto no quiero infravalorar el hacerse cargo de un animal, al contrario cuando nos hacemos cargo de un ser vivo hay que cuidarlo y mimarlo, sea un animal o una planta, pero sin mezclar. Un abuelo, no es lo mismo que un anciano, y tampoco se le adopta, puesto que es una persona que ya ha vivido y sufrido, lo bueno o lo malo de la vida, y lo que necesita como persona anciana es, protección, cariño y mucho calor humano hasta el final. Al niño hay que formarlo, educarlo, protegerlo, mimarlo, enseñarlo a ser libre y andar solo,todo esto con disciplina que no con látigo.
Un saludo a ese muchacho de Erasmus pues parece que sí sabe volar solo.

Viajero.