—Querido Bartolo: De nuevo, el mar ha vuelto a golpear, a cebarse en el alma de las familias de Ribeira. Cuando leí la noticia, retornaron a mi mente estos versos de El Profeta, de Kalil Gibran:
Estoy preparado para partir y mis ansias, con las
velas desplegadas, aguardan el viento.
Respiraré una vez más este aire quieto, miraré sólo
una vez hacia atrás, amorosamente.
Y luego estaré junto a vosotros, marino entre
marinos.
Y tú, inmenso mar, madre sin sueño.
Tú que eres la paz y la libertad para el río y el
arroyo.
Permite un rodeo más a esta corriente, un murmullo
más a esta cañada.
Y luego iré a tu encuentro, como gota sin límites a
un océano sin límites.
P.D.: Amigo Viajero —permíteme el tuteo—: ¡Qué verso el tuyo más hermoso, realista y, como consecuencia, triste!
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