jueves, 7 de febrero de 2008

De artesanos, talento, artistas y genios

—Querido Bartolo: si alguien te lo preguntase, ¿cómo te definirías?
—¡Vaya tontería de pregunta! ¿Crees, acaso, que con preguntas así de simplonas vamos a aumentar el número de lectores?
—¿Vuelves a las andadas?
—Todavía no sé, Manoliño, cómo acepté colaborar contigo. ¡Vaya porvenir que me aguarda! ¿Que cómo me definiría? Como lo que soy: Bartolo, Tolico para los íntimos.
—No consigo hacer carrera de ti, Bartolo. En el discurso de recepción del Premio Cervantes por Delibes, al que nos referimos hace unos días, el maestro alude al “noble oficio de las letras”. Y dos años después, Cela, en igual acto, se refiere a “Este oficio que ejerzo”, además de proclamar su “lealtad a mi oficio”. ¡Oficio! Modestamente se proclaman artesanos.
—Pero, ¡qué artesanos!
—Al oficio le suman el talento y la combinación les transforma en artistas y aun en genios.
—Vaya novedad: Manoliño ha descubierto que Delibes y Cela son dos genios.
—Sigues puntilloso, Tolico. Adonde quiero llegar es a esa patulea de casposos sin más beneficio que protagonizar escándalos, participar en reality show y distraer a un sector del respetable ávido de pan y toros e incapaz de afrontar su propia realidad. Y esa panda de mataos no siente el menor sonrojo al autoproclamarse artistas.
—Y hasta es probable que se lo crean.

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