viernes, 25 de enero de 2008

“Tenemos un problema gordo”

—Querido Manoliño.
—¡Bartolo, que el escribiente soy yo!
—¡Ja, ja y ja! Tú eres un auténtico carca; tanto, que nuestros lectores te tratan de usted, y te tipifican como esquizofrénico. ¡Anda, responde si dispones de argumentos! Por fin, alguien me identifica: soy tu mitad… ¿Qué digo? Soy tu álter ego… Y vuelo, y vuelo, que la vida es sueño.
—Pues bien, Tolico, céntrate, no desbarres y vamos al post de hoy.
—¿El post de hoy? Pero si el de ayer lo subiste al filo de la hora bruja —¡chincha!—, y el de hoy lleva igual camino. ¡Anda! Repíteme eso que te gusta tanto del ejercicio de disciplina…
—Bartolo, modérate, que recojo la conversación. ¿Puedo ya? El diario Qué, con el alarde tipográfico a que nos tiene acostumbrados, nos sorprendía esta mañana con el titular que encabeza la entrada.
—Matiza: precedido por Uno de cada dos españoles sufre sobrepeso.
—Matizado. Cuando estuvimos en Nueva York.
—¿Nueva York? ¡Nueva York! Yo no conozco Nueva York, bonito, que en aquel viaje me dejaste tirado en Madrid. Tú, como nuestro anónimo amigo del comentario de ayer, sois únicos utilizando el plural mayestático. ¿Nueva York? Ja, ja y ja.
—Bartolo, por favor, que se nos agota el palmo de espacio que nos hemos marcado como límite para cada intervención.
—Déjame que continúe, que Nueva York lo viví a través de tus ojos. Yo imaginaba que la gran metrópoli representa la civilización, el sumun, y, cada vez que leo acerca de la obesidad en EE. UU., me acuerdo de los Starbucks —¡qué pena de arameo, Señor!— y de los establecimientos de comida rápida que se suceden ininterrumpidamente en las calles de Manhattan, y del aspecto de las personas de todo tipo y edad que utilizan sus servicios. Y, siendo tu álter ego como soy, no puedo evitar acordarme de tu admirado Camba cuando constata que aquel país está integrado por un crisol de culturas incapaz de desarrollar una cocina propia y, por tanto, en lo que se refiere a gastronomía, no puede esperarse de él nada sobresaliente. Que eso suceda en el nuevo mundo, que está tan lejos, no me lo planteo, pero que la globalización nos traslade el problema, me deja pensativo.
—¿Caes en la cuenta de mi liberalidad, Tolico? Hoy, el post carece de compromiso y no me lo apropié. Por cierto, ¿comes para vivir o vives para comer? Y no me digas aquello tan manido de que ése es el único placer a tu alcance. ¡Ah!, no permitas que el “ja, ja y ja” se convierta en tic.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nada mas lejos de mi intención que tacharle de esquizofrenia, en ningún momento se me pasó por la cabeza tal pensamiento, lo que yo intento decir, es que ha creado un personaje muy paralelo a usted, Y al mismo tiempo el pepito grillo de su conciencia. Con este personaje nos hace creer a los lectores que le seguimos que realmente es un ser vivo, y no hay duda de que lo es.