viernes, 8 de febrero de 2008

Europa condena la esclavitud

—Querido Bartolo: Tal día como hoy, 8 de febrero…
—¿Tal día como hoy, Manoliño? ¿Tan seco de ideas te encuentras después de un mes de blog que necesitas echar mano de las efemérides? ¿Se te agotaron ya los temas? ¿Y todo el barullo de periódicos, revistas y recortes que amontonas? Vergüenza debería darte el desorden en que mantienes este rincón de trabajo. Todavía no sé por qué te lo consiento. ¡Desgracia la mía cuando acepté participar en esta experiencia! ¿Es que no vas a decir nada?
—¿Terminaste de desahogarte? Prosigo. El Congreso de Viena pasa a la Historia como la primera conferencia de paz del mundo moderno. Se desarrolla entre 1814 y 1815, concluidas las guerras napoleónicas, y tenía como objetivo restablecer o reordenar las fronteras europeas. Después de meses de reuniones, negociaciones, contubernios, cacerías, banquetes, fiestas… los participantes, en los albores del verano, alumbran el acuerdo. Previamente, habían alcanzado declaraciones políticas, como la firmada el 8 de febrero que, en esencia, condena la esclavitud.
—O sea que la esclavitud fue legal hasta 1815. Pero la Revolución Francesa…
—Efectivamente, Tolico, la Revolución Francesa, 25 años atrás, había proclamado la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, pero las Declaraciones no pasan de ser hermosas manifestaciones de buena voluntad. El acuerdo que hoy recordamos no establecía medidas para hacerlo efectivo y, en la práctica, varios estados firmantes continuaron tolerando la esclavitud.
—Menos mal, colega, que hemos nacido en una época en la que no está de moda arrastrar cadenas.
—¿Estás seguro, Bartolo? Reflexiona y tal vez descubras distintos modelos de cadenas. ¿Cómo llamarías al comercio de seres humanos, a los contratos basura, a la inestabilidad laboral, a la especulación, a las hipotecas más dilatadas que la posible vida laboral de sus sufridores, a…?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Penas son del hombre las cadenas. Si Don Ríos, la esclavitud es algo que por desgracia nunca desaparecerá, la enmascaren como la enmascaren, son invisibles
Para los que nos miran, pero no para quien las lleva puestas, y si no, que les pregunten a todas estas jóvenes que trabajan en las calles hasta pagar la deuda que les imponen los mismos “amos” que las importan.