jueves, 17 de abril de 2008

Bartolo y la viagra

—¿Qué tal la viagra, Bartolo?
—¿Has dicho viagra, Manoliño?
—Viagra he dicho, colega.
—¿Estás tonto?¿Crees acaso que ésta es conversación para llevar al blog?
—¿Por qué no? La viagra cumplió diez años de existencia y, después de las chanzas a que dio lugar en los primeros momentos, es una medicina que se administra para cumplir una función.
—Lo que tú quieras, pero de viagra no hablo, y te aprovechas de que estoy un poco bajo de tono, que estos días atrás no te hubieras atrevido.
—Acepta la realidad, Tolico, y reconócete víctima de la educación represiva de que fuiste objeto en su día.
—No sigas pinchándome o conseguirás sacarme de mis casillas. Por cierto, ¿a qué viene lo de la viagra?
—El sistema israelí estudia prescribir la medicina a sus pilotos.
—¡Decisión inteligente, sí, señor! ¿También ellos la necesitan? ¿Por qué? ¡Horror! ¡Con la admiración que despiertan a su paso con sus vistosos uniformes! Está claro que somos poca cosa.
—Pero hay más, Tolico.
—¿Más?
—Sí, y es que nuestras autoridades encontraron unas dosis de viagra a un viajero.
—¡Normal! ¿O está prohibido llevar el medicamento en los viajes?
—2.000 dosis.
—¿Para uso personal?
—Eso dice el interfecto.
—¿Te imaginas el festival? ¡Guau! Parece claro que buscara estar en la gloria permanentemente. ¿Se las recetó su médico de familia? ¿Dónde hay que apuntarse?

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