martes, 15 de abril de 2008

¿Llegaría tarde Bartolo a su funeral?

—Antes de referirme a este titular tan provocador y que me pone los pelos como escarpias sólo de pensarlo, te propino una soberana colleja aunque sea sólo virtual…
—¿Una colleja a mí? Vaya modo de comenzar la entrada.
No una, sino un ciento, porque descuidas tu obligación como escribiente. Tiene gracia que haya de ser mi amigo Asi quien me haga saber que ya llevo cien post. ¡Gracias, pibe! ¡Mis primeros cien post! ¡Los primeros cien post de Tolico!
—¿De Tolico, dices?
—¿De quién, si no?
—Espera que me asegure, Bartolo, pero en cabecera sigue apareciendo “Manólogos con Bartolo” y no otra cosa.
—¡En la cabecera! ¡En la cabecera! ¡Ay, Manoliño, pero qué cabezón eres! Déjame que te refiera un retazo de auténtica Historia. Hete aquí que María Guerrero necesitó resolver un asunto con Galdós y pidió a una persona de su confianza que se acercase a casa del maestro en su nombre; y helada se quedó la actriz al observar ya de vuelta a la mandadera literalmente desencajada. ¿Sabes por qué? Porque advirtió que no era don Benito quien escribía, sino su secretario. La salud del literato no le permitía ya realizar esa tarea y dictaba su obra. ¿Lo pillas? ¿Quién es el amanuense? ¿Y quién dicta?
—Mi querido Tolico, tienes razón en que no te faltan cualidades para ser mi dictador. ¿Lo pillas?
—Y respecto al título de la entrada, no sé cómo interpretarlo. ¿Tanto te incomodan mis realidades que preferirías verme muerto? Te quedarías sin blog. Y por tu bien, espero que no pasen por tu cabeza ideas asesinas. ¿Llegaría tarde Bartolo a su funeral? Primero, que mi funeral siga esperando. Y segundo, ¿es que no resulta evidente que, como establece la sabiduría popular, Tolico es el niño en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro? ¡Habrase visto! Por cierto, ¿a qué viene esta tontería?
—A que hace unos días, un ciudadano llegó tarde a su propio funeral.

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