Leo que de Norte a Sur y de Este a Oeste, en el sentido más amplio del término, cual si de un topo se tratara, el ser humano sigue haciendo uso de las profundidades.
Pero no creas que ésta es una iniciativa o una necesidad del hombre del siglo XXI. Tomo un libro, paso hojas y leo:
“Aunque muchos lo ignoren, la bahía de Vigo contiene en Rande el más grandioso de los monumentos que en el mundo se han dedicado a la burocracia. Todo ocurrió con ocasión del retorno a España de la Flota de Indias, cargada con joyas y metales preciosos. Ante la amenaza de encontrarse en Cádiz con la Armada Inglesa, las naves españolas prefirieron buscar refugio en Vigo. Una vez allí, no lograron sin embargo desembarcar en la ciudad sus cien millones largos de piezas de oro y plata, destinados a sufragar los gastos de Felipe V en su guerra contra el inglés. Había impedimentos administrativos pues la ley prohibía desembarcar aquella mercancía de América en otro puerto que no fuese Cádiz… Y mientras tenían lugar estas disputas administrativas de pólizas y sellos, llegaron los ingleses y hundieron buena parte del tesoro en el fango de Rande, dejando para la posteridad el más grande de los recuerdos en honor de la estupidez y la cerrazón burocrática.
El tesoro de Rande ha sido objeto de innumerables intentos de rescate a cargo de equipos llegados de todos los países. Pero hasta ahora sólo ha tenido éxito total uno. Fue el Nautilus, comandado por el capitán Nemo, quien consiguió aquí el oro necesario para construir la ciudad sumergida descrita en Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino. Aunque esto, claro está, sólo haya ocurrido en la ficción de Verne o en la imaginación de quienes lo leemos.”
(Díaz, José Luis y Laredo, José María: Guía de las Rutas de Galicia. Caixa Galicia, 1991, pág. 23)
Pero no creas que ésta es una iniciativa o una necesidad del hombre del siglo XXI. Tomo un libro, paso hojas y leo:
“Aunque muchos lo ignoren, la bahía de Vigo contiene en Rande el más grandioso de los monumentos que en el mundo se han dedicado a la burocracia. Todo ocurrió con ocasión del retorno a España de la Flota de Indias, cargada con joyas y metales preciosos. Ante la amenaza de encontrarse en Cádiz con la Armada Inglesa, las naves españolas prefirieron buscar refugio en Vigo. Una vez allí, no lograron sin embargo desembarcar en la ciudad sus cien millones largos de piezas de oro y plata, destinados a sufragar los gastos de Felipe V en su guerra contra el inglés. Había impedimentos administrativos pues la ley prohibía desembarcar aquella mercancía de América en otro puerto que no fuese Cádiz… Y mientras tenían lugar estas disputas administrativas de pólizas y sellos, llegaron los ingleses y hundieron buena parte del tesoro en el fango de Rande, dejando para la posteridad el más grande de los recuerdos en honor de la estupidez y la cerrazón burocrática.
El tesoro de Rande ha sido objeto de innumerables intentos de rescate a cargo de equipos llegados de todos los países. Pero hasta ahora sólo ha tenido éxito total uno. Fue el Nautilus, comandado por el capitán Nemo, quien consiguió aquí el oro necesario para construir la ciudad sumergida descrita en Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino. Aunque esto, claro está, sólo haya ocurrido en la ficción de Verne o en la imaginación de quienes lo leemos.”
(Díaz, José Luis y Laredo, José María: Guía de las Rutas de Galicia. Caixa Galicia, 1991, pág. 23)
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