martes, 1 de abril de 2008

La ciencia necesita cadáveres

—Háblame de la muerte, Manoliño.
—¡Bartolo! ¿Estás tonto?
—El ser humano, colega, se empeña en negar la realidad, y la realidad es que nacer significa comenzar a morir.
—Tolico, si una idea o una cita son testimonio de autoridad para ti, por favor, no olvides citar la fuente; es cuestión de educación, de reconocimiento…
—Vete a freír espárragos y deja ya de ejercer de maestro, que, con tu perfeccionismo, hay días que me agobias.
—Lo siento, lo siento de verdad. Por cierto, ¿a qué viene tu interés por el tránsito?
—Te oí referir la peculiar actitud del gallego del rural ante la muerte, las historias en que participaba la Santa Compaña…
—Alto, alto ahí, Bartolo. No divagues y céntrate.
—Manoliño, no puedo entenderlo, no puedo entender que una sociedad del siglo XXI que, por razones prácticas, utiliza profusamente la cremación no se conciencie acerca de la necesidad de donar los cuerpos sin vida de sus miembros para que la ciencia haga uso de ellos, experimente y facilite la formación de los nuevos profesionales de la medicina.
—¿A qué viene ahora esta preocupación?
—Coincidirás conmigo en que nos debemos los unos a los otros, y nuestra esperanza de vida es la que es debido en buena medida a la generosidad de nuestros antecesores; luego, nosotros debemos sentirnos obligados a allanar el camino a nuestros descendientes. Dicho con crudeza, que eres tan simple que debo expresártelo con todas las palabras: la ciencia necesita cadáveres.
—Entiende, Bartolo, que cambiar la mentalidad en asuntos así de sensibles no resulta fácil…
—Paparruchas, Manoliño: ¡Voluntad, voluntad y voluntad! Y, naturalmente, sentido de la responsabilidad. Yo porto mis carnés de donante de órganos y de donante del cuerpo a mi Facultad de Medicina. No quiero señalar, pero, ¿puedes decir tú lo mismo?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Sorpresa!!!!

Querido Ríos,
gracias por tu entrada de hoy. Me ha llamado el link de la noticia de la que partes para tu texto: la ciencia necesita cadáveres. Es una reflexión muy interesante: vivir para aprender; morir, donar para que otros aprendan.
Aprovecho para enviarte un saludo y mi recomendación de que vayas a ver la exposición: Bodies, en Plaza Colón, seguro que has oído hablar de ella.
Ya em contarás!
un abrazo,
feliz día!
Lidia

Manuel Ríos dijo...

Estimada Lidia:
De sorpresa, nada. Eres mujer seria y que te pasaras por el blog y dejaras en él tu huella, es cuestión de momento.
Con tu habitual y sobresaliente capacidad de síntesis, nos dejas un pensamiento para la antología:

“Vivir para aprender; morir, donar para que otros aprendan”.

Gracias por este regalo, gracias por entrar, saludos atentos y ¡hasta pronto!