miércoles, 5 de marzo de 2008

Autogestión o el poder de la unión

—Mi querido Tolico: después de la tormenta, ¿te encuentras, por fin, en fase de calma?
—Te prevengo, Manoliño: si me buscas, vas a encontrarme; de suerte que no pinches.
—Si hacemos un rápido repaso mental al contenido del blog en sus dos meses de existencia, buen número de entradas tienen a sus espaldas un marcado espíritu crítico, pero no se me oculta que tu actitud ante la vida es claramente positiva. Así que, dado que en la prensa encuentro una información digna de elogio, si te parece, podríamos traerla al blog.
—¿Es que todavía no te has enterado de que las buenas noticias no venden? El ser humano necesita morbo, carnaza… para distraer sus cuitas y tener en quien volcar sus sinsabores. Pero, claro, como tú te apropiaste del teclado desde el primer día, mangoneas el blog a tu antojo, hasta que yo me proponga aprender mecanografía. Mientras tanto, adelante.
—En mi niñez, se recibió el eucalipto en la Galicia rural como una auténtica bendición…
—Eso sucedió hace tantos años que, entonces, era rural toda Galicia.
—Y es que el eucalipto, frente a los árboles autóctonos, se desarrolla con rapidez, la rentabilidad manda y los montes su poblaron y repoblaron con esa especie. Pero el tiempo parece mostrar que no es la mejor opción y se ha comenzado a desandar el camino andado eliminando plantaciones de eucalipto y sustituyéndolas por pino, castaño…
—Rectificar es de sabios, Manoliño. ¿Y ya está?
—El monte en que se produjo la repoblación tiene la consideración de comunal; es decir que sus propietarios son los vecinos de la parroquia: ellos lo cuidan, lo mantienen y lo explotan.
—¿Y el individualismo gallego? Ya sé que siempre se dan excepciones.
—Créeme, Bartolo, que estos ciudadanos no son excepción. En Galicia, como en todo el orbe, la unión hace la fuerza y cuando un grupo humano es coordinado por personas capaces y de buena fe, el éxito está garantizado.
—Sigue filosofando, Manoliño, y deja que me entere de lo que en verdad sucedió leyendo la noticia por mí mismo.

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