“Según el mito egipcio, Set, envidioso de Osiris, le da muerte e introduce su cadáver en un arca de madera de acacia que lanza al Nilo. La corriente lo lleva al mar Mediterráneo y de allí a las playas fenicias de Tiro, donde el arca quedará embarrancada, y la madera echará raíces produciendo un hermoso árbol en el cual quedará cobijada el arca hasta que Isis llegue para recuperar el cuerpo divino. Posteriormente, Set roba el cadáver de los brazos de Isis y lo despedaza, dispersando sus fragmentos. Isis, con el arca a cuestas, va recobrando poco a poco los fragmentos hasta recomponer el cuerpo y devolver la vida a Osiris. El tiempo suficiente para que engendre en ella un hijo: Horus el vengador, el halcón cuyo ojo sagrado todo lo ve y todo lo alcanza.”
(Lema, Rafael: El camino secreto de Santiago. Edaf. Madrid. 2007, página 104)
2 comentarios:
Aunque Bartolo no haya colaborado en el comentario de hoy, espero que no se sienta ninguneado. Una vez mas es excelente e instructivo.
Es verdad que la envidia es como la “Lolium temulentum” que donde aparece impide que crezca la cosecha, sin embargo, si hay buena madera,“echará raíces produciendo un hermoso árbol”. Si la semilla es buena, ésta germinará y dará una gran cosecha impidiendo que crezca la mala hierba. “Con el arca a cuestas, va recobrando poco a poco los fragmentos hasta recomponer el cuerpo y devolver la vida a Osiris”. Con esfuerzo y empeño el envidiado saldrá victorioso y su venganza habrá sido su propio esfuerzo.
“El que lo tiene todo no es feliz, la felicidad la producen los cambios a mejor, conseguir objetivos planteados y desarrollarse”.
Esta es la reflexión de un muchacho de 20 años en tercero de carrera, quizá, la sociedad debería creer mas en los jóvenes, porque, es verdad que, “hace mas ruido, uno solo gritando, que muchos callando”, y son, muchos mas los jóvenes que trabajan para “desarrollarse y realizarse” sin hacer ruido, y los menos para delinquir o vaguear, aunque estos últimos sean mas ruidosos. A los padres que tienen un hijo con estas ideas, la vida ya les ha premiado y compensado de cualquier momento amargo que hayan vivido. ¡¡¡Este es, mi gato polaco!!!, ¡¡¡¡¡Un beso y un abrazo tan grande que no hay universo donde puedan entrar!!!!!
Es de derecho consignar que a Olivo —salvando que escribe la realidad— se le ve el plumero genético. Muá.
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