—¡Manoliño, Manoliño!
—¡Bartolo, por favor! Un respeto a nuestros amigos lectores.
—¿Un respeto a nuestros amigos lectores? Pues sólo faltaría que no respetáramos a nuestros amigos, pero, ¿quién me respeta a mí?
—¿A ti? ¿Es que te faltó alguien?
—¿Y tú me lo preguntas, Manoliño? Me faltas al respeto tú, me falta al respeto Asi —y me duele, que yo creía que somos amigos, y va a resultar que el único amigo soy yo—, me falta al respeto Olivo y estoy esperando tu respuesta a ambos y, créeme, que me temo lo peor. Por todo ello, estoy valorando muy seriamente el declararme en huelga.
—Querido Tolico…
—¡Qué bonito! En cuanto te enseño los dientes, te acoquinas y me haces carantoñas… ¡Pues no! ¡Tolico en huelga!
—Desahógate, Bartolo. Dime, por favor.
—Pues te digo, Manoliño: Me tienes hasta el moño porque el sábado te saltaste el post y no quiero escuchar tus razones para no dejarme convencer; me tienes hasta el moño porque el domingo, sin contar conmigo y sin mencionarme, pusiste en la antología un texto esotérico y mitológico que no sé a qué viene, que me obligó a consultar Wikipedia y que parece que le hizo mucha gracia a Olivo; estoy hasta el moño de Asi cuando se expresa sin dejar constancia real de mi auténtica intervención en este proyecto; y estoy hasta el moño porque, cuando tienes el día bajo, te asiste el derecho a estar hasta el moño de todo. Y, por ello, me declaro en huelga, al menos por hoy.
—Y yo me solidarizo contigo, Tolico, y mañana será otro día y, con tu permiso, reflexionaremos en torno al analfabetismo en el mundo, que por hoy hemos cubierto nuestro palmo de espacio comprometido.
—¡Bartolo, por favor! Un respeto a nuestros amigos lectores.
—¿Un respeto a nuestros amigos lectores? Pues sólo faltaría que no respetáramos a nuestros amigos, pero, ¿quién me respeta a mí?
—¿A ti? ¿Es que te faltó alguien?
—¿Y tú me lo preguntas, Manoliño? Me faltas al respeto tú, me falta al respeto Asi —y me duele, que yo creía que somos amigos, y va a resultar que el único amigo soy yo—, me falta al respeto Olivo y estoy esperando tu respuesta a ambos y, créeme, que me temo lo peor. Por todo ello, estoy valorando muy seriamente el declararme en huelga.
—Querido Tolico…
—¡Qué bonito! En cuanto te enseño los dientes, te acoquinas y me haces carantoñas… ¡Pues no! ¡Tolico en huelga!
—Desahógate, Bartolo. Dime, por favor.
—Pues te digo, Manoliño: Me tienes hasta el moño porque el sábado te saltaste el post y no quiero escuchar tus razones para no dejarme convencer; me tienes hasta el moño porque el domingo, sin contar conmigo y sin mencionarme, pusiste en la antología un texto esotérico y mitológico que no sé a qué viene, que me obligó a consultar Wikipedia y que parece que le hizo mucha gracia a Olivo; estoy hasta el moño de Asi cuando se expresa sin dejar constancia real de mi auténtica intervención en este proyecto; y estoy hasta el moño porque, cuando tienes el día bajo, te asiste el derecho a estar hasta el moño de todo. Y, por ello, me declaro en huelga, al menos por hoy.
—Y yo me solidarizo contigo, Tolico, y mañana será otro día y, con tu permiso, reflexionaremos en torno al analfabetismo en el mundo, que por hoy hemos cubierto nuestro palmo de espacio comprometido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario